Una vida en el fútbol

J. López
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Julio Cano del Pilar

De utillero y asistente, directivo, delegado de campo, y de «lo que haga falta». Todo aquel aficionado al fútbol conquense que se precie debe saber quién es Julio Cano. Media vida en el Conquense y una buena parte en el San José Obrero, presume de haber visto crecer a muchos jugadores desde corta edad hasta debutar con el primer equipo, o incluso triunfar más allá de La Fuensanta. Ahora que, «eso de jugar al fútbol no se dio tan bien. De chaval sí que lo hice, pero no era lo mío».

Recuerda que se inició como utillero cuando el entrenador Paco Perales –que dirigió al Conquense entre 1990 y 1992– fue quien le llamó en los 80 para que se sumara al equipo de los juveniles. Era la época en la que Balbino Noeda fue el presidente del club –1985 a 1988– y cuando los juveniles de Perales tuvieron que disputar las ocho últimas jornadas de liga porque la plantilla del primer equipo se negó a jugarlos. Menciona con pesar que el equipo debía lograr un punto para permanecer en Segunda B, el año que se debutaba, pero el puñado de jóvenes valores no lo consiguió. «Teníamos un buen equipo de chavales para haber ascendido, pero ocurrió aquella espantada», dice.

De los presidentes de la Balompédica asegura no haber discutido «nunca con ninguno. Con el que mejor me llevé fue con Ramírez y, luego, Balbino era muy buena persona. Ángel Pérez también se merece el homenaje que el club quiere hacerle». Por otra parte, opina que a quien habría que reconocer también es a Perales, «que se ha dejado la vida por el Conquense. Pedro Boni y Pepe Moriana han trabajado mucho por las categorías inferiores y Canorea, que no se me olvide, que estuve 10 años con él».

Como anécdota de su paso por los campos de fútbol de media España, dice no olvidar el miedo que sintió en La Solana y en Linares. «Eran dos partidos para ascender. En el primero nos pegaron y en el segundo nos tiraron hasta piedras. Pasamos mucho». 

Recalca que lo que más le enorgullece es haber visto el paso de los jugadores desde las categorías inferiores hasta dar el salto. Muchos coincidieron con Julio, quien afirma no poder recordarles a todos, pero sí que menciona a Juan Bernal y a Cristian Sánchez, del que sostiene que «era muy bueno. Tenía mucha clase y toque de balón».

También estuvo de ayudante en aquella mítica selección juvenil de Castilla-La Mancha de principios de los 90 en la que jugaba un tal Fernando Morientes y Santi Denia. Había varios futbolistas de Cuenca que entonces ya despuntaban, caso de Rafa Mariana. «La lástima es que se lesionó y ahí se acabó su carrera. Tenía también mucha calidad». En este punto, de aquel CD Cuenca le viene a la cabeza Edu Morán, que «estuvo en el Villarreal y en el Manchego», o Jaime, que «jugó en Albacete y Villarrobledo».

Ahora, de utillero en el San José Obrero, opina que lo mejor que le podía pasar al club rojillo «es que fuese filial del Conquense. Llevaba tiempo diciendo que tenía que ser así y al final lo hemos conseguido». Además, tras los últimos resultados, «estamos respirando un poquete. Con el equipo joven que hay tiene que pasar un tiempo hasta que se adapten, pero son buenos y no tendrán problemas». 

Antes de que finalice la conversación, Julio señala que el Conquense «debe estar en Segunda B. Lo que pasa es que estuvimos a punto de subir con Ángel Pérez y nos robaron aquel partido del Santiago Bernabéu. Acuérdate de la cantidad de autobuses que salieron desde Cuenca. ¡Menuda afición!  y... ¡Menudo equipo! Mikel Rico, el que está ahora en el Bilbao, Barber, López Garai, Castillejo, Loro. Esa ha sido la mejor plantilla que ha tenido la Balompédica y yo estaba allí con ellos».

«¿Jubilarme dices? Yo a veces me lo planteo. No tiene uno los fines de semana libres y viene de viaje cansado, pero si no lo tengo parece que me falta algo. No lo sé, pero tengo claro que hasta que las fuerzas me aguanten el fútbol es mi pasión».