«Si la ciencia no tiene aplicación, no tiene sentido». Esta frase pronunciada por el catedrático de Física de la Materia Condensada de la Universidad de Barcelona, Javier Tejada, ha servido de guía para las empresas que están desarrollando hoy los métodos de pago del mañana y, en definitiva, los modos en los que las personas acabaremos relacionándonos con el mundo que nos rodea.

BBVA y la start-up navarra Das-Nano se unieron hace poco más de un año para formar una alianza de impulso a la transformación digital del banco, que pasa por la investigación y el desarrollo de un software que sirva para la verificación y autentificación digital de la identidad personal, a través del reconocimiento facial, de voz o de imágenes o documentos, o con la lectura de huellas.

Esa unión se plasmó en la joint venture Veridas, y uno de sus primeros resultados ha sido el de poder pagar el menú del día de los empleados del banco de su sede central de Madrid con la cara. El sistema es, así de entrada, sencillo. Un soporte dotado con dos cámaras y una pantalla. Una de las lentes identifica los platos y alimentos en la bandeja, la otra lee la cara del usuario previamente registrado, y se efectúa el pago del menú. De este modo la cara ha pasado de ser la tarjeta de presentación a la tarjeta de crédito.

Desde mediados del pasado julio este sistema está implantado en pruebas en el banco, aunque ya son más de 3.000 abonos los que se han realizado desde entonces por este método, un sistema que «cuando se prueba ya no se utiliza otra forma de pago», comentan los usuarios. Sin embargo, el proceso ha llevado año y medio de investigación y desarrollo de la biometría, un capítulo «estratégico para el banco» y con el que quieren ofrecer «más opciones» a los clientes y usuarios de la entidad.

«Es tecnología por conveniencia», explica Eduardo Azanza, director general de Veridas y socio fundador de Das-Nano, quien apunta que su objetivo último es «romper la distancia entre la identidad física y la digital».

BBVA fue la primera entidad financiera en conseguir que un cliente abriera una cuenta tan solo con su teléfono móvil y su carné de identidad. Ahora, este procedimiento se está probando en el complejo conocido como La Vela en Madrid, sede de la entidad, una vez que ya ha sido aprobado por el Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac).