El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat, Quim Torra, acudieron ayer a su primera reunión bajo la premisa de intentar desbloquear la situación entre el Estado y Cataluña, encallada a consecuencia del desafío independentsita. Y, aunque ambos salieron de la cita satisfechos, como evidenciaron las conclusiones que hicieron públicas a los medios, lo cierto es que el catalán se aferró a unas exigencias secesionistas que chocan de pleno con la línea roja de la Constitución que dibujó el madrileño.

A pesar de ello, ambos dirigentes celebraron el desarrollo de un encuentro «institucional y de trabajo» en palabras de la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo, y «sincero y franco» para Torra. Sí coincidieron los dos en que se trató de una «reunión larga», que se prolongó durante dos horas y media en La Moncloa, en la que se reconoció «la existencia de dos proyectos políticos» muy alejados en su planteamiento «central», según explicó el president por la tarde, y que pasa por ejercer el derecho de autodeterminación. 

Así, Torra se aferra a una ruptura con España que cree fue demandada por los catalanes en el 1-O. Es más, le dijo a Sánchez que valoraba que reconociera el problema como una cuestión «política que requería de soluciones políticas», a lo que le respondió que «cualquier solución pasa por la autodeterminación». Solución que, «no existe», según señaló la vicepresidenta. «Se puede decir de muchas maneras, pero al final es lo mismo», explicó».