Carmen Amoraga: «Las editoriales no son ONG, sólo publican éxitos de venta seguros»

Manuel Pérez
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La ganadora del Premio Nadal de este año por su novela La vida era eso, Carmen Amoraga, es una mujer de su tiempo que realiza grandes esfuerzos por conciliar vida familiar y laboral y, además, sacar tiempo para su gran pasión: la escritura.

Carmen Amoraga: «Las editoriales no son ONG, sólo publican éxitos de venta seguros» - Foto: Reyes Martínez

 
La ganadora del Premio Nadal de este año por su novela La vida era eso, Carmen Amoraga, es una mujer de su tiempo que realiza grandes esfuerzos por conciliar vida familiar y laboral y, además, sacar tiempo para su gran pasión: la escritura. La semana pasada, Amoraga participó en el encuentro literario organizado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cuenca con motivo del Día Internacional de las Bibliotecas. Minutos antes habló con La Tribuna sobre lo que le ha supuesto el premio y sus proyectos de futuro.
¿Qué importancia tiene para los autores los encuentros con los lectores, más allá de que sirvan como medio para promocionar el último trabajo literario?
Además de para hacer un poco de publicidad -es una de las herramientas de promoción más importantes-, sirven para saber lo que hay al otro lado, para conocer la opinión de los lectores. No obstante, creo que los encuentros con clubes de lectura tienen una pequeña trampa porque lo negativo no te lo suelen decir por lo general. Y yo creo, con el máximo respeto a las opiniones de todos los lectores, que se aprende más de una buena crítica constructiva que de un halago. En mi caso, puedo decir que mi siguiente novela es siempre mejor gracias a las aportaciones de los lectores. Por otro lado, quiero destacar que, como lectora, agradezco también estos encuentros -que no existían antes- porque te permiten conocer de cerca a los autores a los que lees.
¿Cree que la crisis económica puede tener algún tipo de repercusión sobre los índices de lectura, en cuanto al descenso de la compra de libros?
El dinero no tiene que ser una excusa para leer porque existen las bibliotecas, los intercambios de libros y muchísimas fórmulas -entre las que no debería estar incluida la piratería- para seguir leyendo. El que deja de leer por la crisis, lo que hace es ponerse una excusa. Hay que leer lo que sea, porque leer nos hace más libres, más ricos, más felices, más empáticos y más solidarios. 
¿Le ha cambiado la vida después de ganar este año el Premio Nadal por La vida era eso?
En absoluto. Sigo trabajando como periodista. Recuerdo que me llamaron un fin de semana para comunicarme que había sido ganadora, y el lunes estaba trabajando. En cualquier caso, me considero una persona con la inmensa suerte de poder hacer lo que me gusta. Publicar no es fácil porque las editoriales no son ONG y sólo publican aquellos libros que saben que son éxitos de venta seguros. Esto le lleva a recurrir, en la mayoría de ocasiones, a autores que no son escritores, sino personas mediáticas que arrastran a un gran público y les garantizan que van a vender un montón de libros. 
¿De dónde vienen sus orígenes conquenses?
Yo nací en Picanya, pero genéticamente soy cien por cien conquense. Toda mi familia -mis padres, mis tíos, mis primos- es de Campillo de Altobuey. Y si nací en Valencia fue porque ese año mi madre se puso enferma y no pudieron ir a las fiestas del pueblo en septiembre. 
¿Cómo saca un periodista, con familia, el tiempo necesario para dedicarse a escribir libros?
La verdad es que cuanto más tiempo tenía, más perdía. Y aunque es difícil conseguirlo -no solo porque soy periodista y tengo que trabajar; o porque soy madre y tengo que cuidar a dos hijas, de las cuales una es muy pequeña-, la clave está en organizarte. De esta forma puedes encontrar un hueco para hacer lo que más te gusta, que en mi caso es escribir.  
¿Le ha proporcionado el premio el subidón necesario para  iniciar un nuevo proyecto literario?
Ahora estoy centrada en la promoción del libro y con los encuentros con los lectores. Y, aunque tengo una idea rondándome, la verdad es que en este momento no tengo ni cabeza ni ganas de ponerme a escribir. Escribir no consiste en sentarte delante del ordenador y teclear, lo más importante es enamorarte de la historia que vas a contar. Es como una relación, y yo en este momento me encuentro enamorándome de una idea a la que supongo que daré forma pronto.
 
 
«Las redes sociales revolucionan la forma de relacionarse »
 
Carmen Amoraga cosecha prácticamente tantos éxitos literarios como obras publica. Con su primera novela, Para que nada se pierda, obtuvo el II Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla. Le siguieron La larga noche, Premio de la Crítica Valenciana; y Todas las caricias. Por su parte, Algo tan parecido al amor fue finalista del Premio Nadal de Novela 2007; y El tiempo mientras tanto, finalista del Premio Planeta 2010. Ha publicado también Palabras más, palabras menos (2006), una recopilación de sus artículos en prensa, y Todo lo que no te contarán sobre la maternidad (2009). En su último trabajo, La vida era eso, aborda un tema tan actual como el de las redes sociales y su uso en la sociedad moderna.
En La vida era eso, además del amor, aborda la forma de relacionarse en medios como Facebook. ¿Comparte con Guiuliana, la protagonista de la novela, el uso que hace de las redes sociales? 
Hago un uso personal y profesional, como creo hace cualquiera. Esto quiere decir que, como periodista, puedo colgar noticias; como escritora, escribo pequeños relatos de la vida cotidiana; y como madre, cuelgo fotos de mis hijas o comparto lo que hago. Lo utilizo mucho. Es una herramienta de comunicación que ha revolucionado las relaciones entre las personas y que como cualquier herramienta, puede ser bien o mal utilizada, por lo que hay que saber emplearlas.
¿Cuántos ejemplares lleva vendidos de la novela?
Es algo por lo que no me intereso porque me sabe mal preguntarle a la editorial. Pero creo que van por la cuarta edición.