El Comando de Operaciones de Bagdad anunció ayer que ha desbaratado un plan del grupo extremista Estado Islámico para inundar la capital del país abriendo las compuertas de una presa ubicada en la localidad de Samarra, situada a 125 kilómetros al norte dela ciudad.

El jefe del órgano, Abdul Amir al Shammari, detalló que el proyecto «fue descubierto durante los combates en la carretera entre Samarra y Faluya». 

Asimismo, indicó que las Fuerzas de Seguridad «han conseguido romper el cerco del EI sobre las unidades militares atrapadas en un puente en la región de Anbar y reabrir la ruta de suministros hacia Ramadi». 

Mientras, en Siria, la coalición internacional atacó las posiciones de los milicianos en Kobane, localidad situada en la frontera con Turquía, horas antes de la entrada de los combatientes kurdos iraquíes (peshmerga).

Por otro lado, las autoridades suizas indicaron que han frustrado planes de la milicia radical de atentar en Europa, al detener a tres ciudadanos iraquíes que, supuestamente, apoyaban al Estado Islámico y planeaban ataques con bomba.

La llamada de los extremistas en Occidente comienza a ser preocupante y, de hecho, la ONU advirtió de que los yihadistas extranjeros están viajando a Siria e Irak en niveles «sin precedentes» para participar en los conflictos que sacuden a ambos países, recalcando que lo están haciendo desde algunas naciones desde las que anteriormente no habían salido combatientes para unirse a la campaña de terrorismo global.

En este sentido, el organismo detalla que un total de 15.000 personas de 80 Estados diferentes han viajado a los territorios asediados por los radicales para luchar en las filas del EI y otros grupos violentos. «La cifra desde 2010 supera con mucho el acumulado de combatientes terroristas extranjeros entre 1990 y 2010 y se está incrementando», apunta un informe de las Naciones Unidas.