Vacaciones con deberes

SPC
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Pedro Sánchez ha cerrado el curso político más tarde de lo habitual y con muchos frentes abiertos para un regreso sobre el que planea, incluso, un posible adelanto electoral

De manera casi sorprendete -pocos lo hubieran imaginado en enero o febrero- el curso político español acabó de lo más revuelto, con un Gobierno de tan solo dos meses que aún está asentándose después de llegar al poder a través de la primera moción de censura de la democracia que finalizó con éxito para sus promotores; con un nuevo PP que aún no se sabe si ha cosido las heridas de las primarias, pero que, mientras, ha elevado el tono y ha acaparado el espacio de la oposición con Pablo Casado al frente; un Ciudadanos buscando, de nuevo su sitio; un Podemos descabezado por motivos familiares -Pablo Iglesias e Irene Montero se han alejado de la escena pública tras el nacimiento prematuro de sus mellizos-; y un debate público centrado en la crisis migratoria y Cataluña. Así que todos los políticos se han llevado este verano muchos deberes a sus vacaciones, sobre todo, ante lo que les espera a la vuelta.

Empezando por Pedro Sánchez, que ha disfrutado de unos días libres en Doñana (con paréntesis para acudir al homenaje a las víctimas del 17-A), donde se reunió con la canciller alemana, Angela Merkel, tras haber mantenido el tradicional despacho veraniego con el Rey en Marivent como último acto de su agenda de trabajo. Antes de sus vacaciones, el presidente del Ejecutivo hizo balance de los dos meses que lleva en La Moncloa y quiso dejar claras, una vez más, sus intenciones de agotar la legislatura -finalizar en 2020-, ante el recurrente debate sobre si tiene previsto adelantar las elecciones generales. Él, de momento, insiste en que no.

Sin embargo, para resistir, es evidente que el líder de los socialistas tiene ante sí un reto complicado cuando vuelva de sus vacaciones: el de atar los apoyos parlamentarios necesarios (cuenta tan solo con 84 diputados en el Congreso) para sacar adelante alguna de sus iniciativas. No se trata solo de las medidas de su prometida «agenda del cambio». El jefe del Ejecutivo necesita dar cierta estabilidad al país con la aprobación del nuevo techo de gasto (el límite de desembolso no financiero que se impone a las Administraciones y que sirve como base para los siguientes Presupuestos). En la primera ocasión en que llevó a la Cámara esta cifra, los parlamentarios, incluidos algunos que le llevaron hasta la Moncloa, la tumbaron. Si el madrileño no consigue el beneplácito del Hemiciclo, le será muy difícil dar imagen de estabilidad y mucho menos de gobernabilidad. El fantasma de las urnas podría volver a aparecer.