España no es esta vez «puerto seguro» para el Aquarius, a la deriva en el Mediterráneo frente a las costas de Libia con 141 inmigrantes a bordo. Así lo consideró ayer el Gobierno de Pedro Sánchez, que descartó que el buque desembarque en territorio nacional, a diferencia de lo sucedido el pasado mes de junio, cuando el entonces recién estrenado Ejecutivo socialista ofreció Valencia como punto para el amarre de la nave humanitaria.

En esta ocasión, el Gabinete se descartó como destino final para la nave porque «no es el puerto más cercano, según lo establecido en el Derecho Internacional», según detallaron fuentes de La Moncloa, que agregaron que «la situación no es comparable» a la de hace casi dos meses. En aquella ocasión, esgrimieron, era una «urgencia humanitaria» y un momento «muy complicado».

Las explicaciones del Gobierno no fueron suficientes para el PP, cuyo portavoz adjunto en el Congreso, Rafael Hernando, criticó que la «demagogia» de Sánchez ante la inmigración ha llevado a las mafias que trafican con los sin papeles a cambiar sus rutas. Asimismo, propuso que el Aquarius se dirija a Libia por tener el puerto «más cercano». 

Mientras, la Red Española de Inmigración y Ayuda al Refugiado reclamó al Ejecutivo que «recapacite» y ofrezca un puerto seguro al buque, mientras que ciudades como Barcelona o Valencia se ofrecieron para ser punto de desembarco.

Entre tanto, la nave sigue buscando un lugar donde atracar, porque a la negativa de España se suman la de Italia y Malta, que han cerrado sus puertos a la llegada de cualquier barco cargado de inmigrantes.