«El convento estaba hace 400 años predestinado a ser un Parador»

D. Guijarro
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El convento de San Pablo es la mejor ubicación posible para un parador dentro de la ciudad. Su director no se lo imagina en ningún otro edificio y destaca que todos las épocas son apropiadas para visitar Cuenca

¿La ubicación del Parador  separado de la ciudad por la hoz del Huécar, supone una ventaja o un inconveniente?
Todo tienen inconvenientes pero me parecería muy soberbio quejarme de algo porque tenemos una joya. Seguramente uno de los paradores más bellos de España. Los inconvenientes son de tipo interno y los tratamos de solucionar sin que el cliente los perciba. Pero de cara al cliente no hay otro edificio en Cuenca tan bello como el convento de San Pablo. 
El edificio en el que se asienta es propiedad del obispado con el que hay un convenio de cesión. ¿Se imagina el Parador en otro edificio de la ciudad que no sea éste?
En todo caso me imaginaría otro parador  [ríe...] La elección del convento, con la oportunidad que se tuvo en su momento cuando estaba en un estado semiruinoso y poder aprovecharlo fue acertada. El edificio, la ubicación junto al puente San Pablo es único. Esto ha sido creado para ser un parador, hace cuatro siglos ya estaba predeterminado.
Se suele tener la idea de que los Paradores son hoteles para un público de alta categoría. ¿Es cierto?
Todos nuestros clientes son de alta categoría, como no podía ser menos. Tenemos unos estándares de calidad altos pero eso no significa que sea ni prohibitivo ni elitista porque a nivel local y general cualquier persona que quiera venir al parador será siempre bienvenida y además tenemos una relación calidad precio muy buena.
¿Qué características presenta el visitante que llega a sus instalaciones?
Es un cliente que busca cultura, descanso y tranquilidad como convento, pero sobre todo muy inquieto a la hora de buscar cultura. Al ser muy viajado es donde salimos reforzados porque compara con otros destinos que ha podido visitar y Cuenca cumple muy mucho las expectativas siempre. 
¿Hay alguna época mejor que otra para visitar Cuenca y hospedarse en el Parador? 
Cada época tiene su encanto. El primer fin de semana de febrero, después de las nevadas, que a nivel de clientes quizás fuera el peor fin de semana del año precisamente por haber nevado, es de los momentos más bonitos para visitar la ciudad. Cuenca es bonita en cualquier época del año.
Hablando de épocas, dentro de poco llega la Semana Santa. ¿Qué perspectivas tienen?
La verdad es que las perspectivas son buenas. Muy centrados cuando mayor demanda hay que es Jueves, Viernes y Sábado Santo pero creemos que tenemos cercano al cien por cien desde el viernes anterior.
¿Cómo se vive la Semana Santa desde aquí?
Se hace bien porque se hace con trabajo. Es la época que marca el inicio de la temporada alta y con una altísima actividad lo que no nos permite a nosotros disfrutar de la Semana Santa como quisiéramos pero sí que pretendemos es empapar a los clientes que nos visiten de la importancia de la Semana Santa. Este año queremos trasladarlo desde el mismo momento que el cliente llegue al Parador con información y detalles que recuerden esta época del año. 
¿Entre todas las iniciativas que acogieron el año pasado, se quedaría con alguna en especial?
Fue un año intenso. Si hay que destacar alguna, el colaborar en Cuenca Enamora fue una actividad importante, nueva y diferente que probablemente marque el camino de cómo deberá ser ya en el presente con la promoción de Cuenca. 
¿Qué diferencia a Alarcón de Cuenca?
Hay diferencias importantes, el uno es un castillo y el otro un convento, uno está en una capital de provincia y el otro en un pueblo de 180 habitantes, eso condiciona mucho el día a día de un parador. Además, por actividad y capacidad son diferentes. Es como decía antes el encanto está en las diferencias y por eso hay que visitar los dos.
¿Cuáles son los principales encantos del Parador de  Alarcón?
Es el parador más pequeño de toda la red de Paradores con sólo 14 habitaciones lo que da una exclusividad que lo hace diferente a todos. Además está en un pueblo, la villa de Alarcón, que es una postal por donde no ha pasado el tiempo. Vivir Alarcón es visitar el castillo pero también descubrir algo único como son las pinturas de Jesús Mateo en la iglesia de San Juan protegidas por la Unesco. Esta combinación de algo de hace siglos, el castillo es de origen musulmán, con algo tan rompedor como estas pinturas, merece la pena. Además, Alarcón puede presumir de tener una cocina tradicional que hacemos los pucheros de toda la vida y eso es importante.
Parece que cultura y Paradores se van buscando y encontrando...
Siempre. Nosotros tenemos que estar muy orgullosos de esta relación porque el propio establecimiento hotelero ya es cultura lo que nos convierte en un producto tan singular.
Si en todos lados es importante tener un buen equipo, en Alarcón será vital.
Así es. Allí no está la presencia constante del director y eso da muchísimo más valor al trabajo que realiza la plantilla que tiene muy claro cual es su cometido que es la satisfacción y la atención al cliente. Es una muestra clarísima de que los lugares lo hacen las personas.
La gastronomía es otro de los puntos importantes.
Paradores va unido a la parte de hospedaje y hospitalidad pero también la gastronomía y la tradición mostrando y ofreciendo la esencia de cada lugar donde estamos. Nuestras cartas se basan en esos platos tradicionales de aquí, de Cuenca y la provincia. La gastronomía es una parte fundamental de nosotros.
Defienden la cocina tradicional cuando ahora está de moda la innovación y las vanguardias. ¿Son incompatibles?
No, se pueden combinar. Nosotros nunca perdemos la esencia de la cocina tradicional pero siempre adaptándola a los gustos de nuestros clientes. Se pueden adaptar presentaciones, las combinaciones de los platos, pero la esencia no podemos perderla nunca.