Rápida y lejos del lugar en el que fue vista con vida por última vez. Así fue la muerte de Laura Luelmo a manos de Bernardo Montoya, tal y como desveló ayer la Guardia Civil, que tuvo claro desde el principio que el acusado era el sospechoso con «mayúsculas» de la desaparición en El Campillo (Huelva) de la profesora, que pereció esa misma noche tras ser golpeada por su asesino en la vivienda de este, donde permaneció poco tiempo.
Catorce días después de que se perdiera la pista a la joven zamorana, de 26 años, el coronel jefe de la Comandancia del instituto armado de Huelva, Ezequiel Romero, y el teniente coronel de la Unidad Central Operativa (UCO) Jesús García Fustel ofrecieron algunos detalles de la investigación del caso, aún no culminada. Tampoco lo está la autopsia definitiva, por lo que todavía no puede concretarse el momento exacto de la muerte, si bien los investigadores creen que falleció la noche del 12, el mismo día que desapareció.
Piensan también que la víctima permaneció poco tiempo en la casa de Montoya y que este la llevó enseguida, probablemente dentro del maletero de su coche, hasta un paraje de jaras, a entre cinco y 10 kilómetros de distancia de la vivienda, y pudo ser allí donde agredió sexualmente a la chica, que podría estar inconsciente.
Tras explicar el amplio dispositivo desplegado para la búsqueda e investigación del caso, los agentes ofrecieron algunos datos comprobados ya del mismo y dejaron claro que, por su familia, no iban a entrar en detalles escabrosos.