La Frontera: Su topónimo nos diferencia, Sierra de Campichuelo, y fue tierra de Señorío

Miguel Romero
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Aquí nació el canónigo Gonzalo González de Cañamares, famoso y peculiar religioso que viviese en las Casas Colgadas de Cuenca

La Frontera: Su topónimo nos diferencia, Sierra de Campichuelo, y fue tierra de Señorío

Siempre ha resultado curioso este nombre y por ello, hay honda preocupación por saber el origen del mismo. De ahí, que unos y otros deambulen en la explicación. A mí me gusta este lugar por muchas razones. Primero porque cuando llegas desde El Campichuelo el paisaje cambia bruscamente para traer sierra y asciendes hacia los montes altivos que conducen a Beteta o Poyatos; por otro, porque hay una estructura poblacional que rompe con los pueblos anteriores: hay alguna casona o antiguo palacio, iglesia grande, ermita en elevación, entramado de callejas mal ordenadas, huertos que se adentran en el caserío y, finalmente, porque aquí se hace buen aguardiente, sin duda. Está claro que aquí se instalan los primeros repobladores cristianos cuando llega Alvar Fáñez en su intento de conquista de la Tierra de Cuenca. Los más, procedentes del Señorío de Molina con apellidos como Corduentes o Cordentes, Sorianos de Soria y Ortegas de Mondoñedo, buscan este lugar y hacen frontera con los territorios dominados por el musulmán. Así queda el topónimo establecido. Cuando paseas por sus calles, el tejaroz te advierte de construcciones populares, ya metidas en Sierra, pero aún expuestas al cambio generacional. Entre medias, alguien te advierte que aquí hubo dependencia señorial y así fue, lo que ocurre es que se confunden dos titulaciones nobiliarias, por un lado, el tiempo en que la madre del señor de Buenache de Alarcón fundase mayorazgo, este don Juan Ruiz, y por otro, de mayor peso en poder, cuando don Juan Hurtado, señor de Cañete, crease aquí un mayorazgo a favor de su hijo Luis al casarse con doña Elvira de Rabanal en 1486, según escritura fechada en Salamanca. Eso quiso decir que estas tierras eran buenas para uso de explotación, tal vez porque su situación fronteriza también le daba solera, pero de una u otra manera, aquí hubo hidalguía a disfrutar. Esta razón va a determinar el nacimiento de don Gonzalo González de Cañamares, canónigo de Cuenca y fundador del famoso Colegio de Monte Oliveti en Salamanca para estudios de noviciados. Las becas del famoso colegio salmantino, para poder ejecutar sus propuestas vendrían determinadas por las muchas prestameras y capellanías que en varios de estos y otros lugares había y que regentaron durante mucho tiempo los Girón Pérez Roldán. Te recreas en la calle del Egío, nombre curioso donde los halla, y disfrutas entre sus cuatro olmos de la escasez de este árbol milenario, luego la iglesia parroquial dedicada como una gran mayoría de estos lugares, a San Pedro Apóstol, donde el toque románico lo marca su portada que aunque de transición al gótico con ese arco no totalmente semicircular y casi ojival, siendo una prueba del momento poblacional de la zona. Pórtico bello, cruz de piedra, otra portada al poniente, torre y los medallones de rodete. Dentro poco más, a excepción de la pila bautismal bella. Enfrente de la población, la ermita de Belén diferenciada en dos claros cuerpos su edificio y muy señorial por ubicación y estructura. Vuelves al pueblo y encuentras la calle castillo, nombre que alude a un posible emplazamiento en el monte que hoy mantiene ese pináculo con cruz, hecho por todos los vecinos de lugar con su esfuerzo en peonás. A los pies del monumento, la ermita de San Isidro donde se hace romería en tiempos modernos. Y ya no nos queda más que esa casona descuidada que tiene escudos sobre un tarja de piedra y que alude a Gonzalo González de Cañamares, pero siempre se ha dicho que la Casa de Cura era el antiguo solar del marqués de Palacios, señor de estas tierras, pero que no ha documentación de su fehaciente afirmación. Esto es La Frontera.