El Ciudad Encantada marca la línea a seguir tras sobrevivir a la adversidad

Héctor Madrigal
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La capacidad de lucha de los 'guerreros' de Lidio, malheridos después de perder a Mendoza y Balaguer, y el aliento de los aficionados allanaron la salvación en un año repleto de obstáculos

El orgullo, la fe inquebrantable y la capacidad de superación en situaciones extremas constituyen las principales señas de identidad del Ciudad Encantada, sumido en la euforia después de conquistar la permanencia y liberarse de tensión en un curso de máxima exigencia y repleto de obstáculos. 
 
Sin Mendoza y Balaguer, dos piezas claves en el esquema, los ‘guerreros’ de Lidio Jiménez tuvieron que sacar fuerzas de flaqueza y jugarse la supervivencia en Asobal en la última jornada. En ese dramático cara o cruz, el conjunto conquense respondió a la perfección y, bajo el aliento de su fiel afición, conquistó la gloria. Todo un ejemplo a seguir para los clubes más modestos que, desde la humildad y el trabajo continuo, superan los límites de la lógica.
 
La raza competitiva del Globalcaja queda reflejada a la perfección en hombres como Agustín Vidal, un todoterreno que sobresalió de central y firmó cuatro goles ante Cangas. «El ambiente fue impresionante y nos aportó ese plus de energía. Nunca había visto un Sargal así», subraya el argentino.
 
El jugador de Viedma resta peso a su gran actuación frente a los pontevedreses y reconoce que «me gustaría seguir aquí el año que viene, pero creo que aún es pronto para hablar de mi futuro».
 
Felicidad absoluta. En el banquillo, Lidio Jiménez, otro de los artífices del éxito, consiguió dar con la tecla en un instante crítico. El punto de inflexión, a juicio del técnico, lo marcó el empate en Zaragoza, pues «el equipo empezó a creer más en él y sacó la casta que le define pese a que algunos nos daban ya por desahuciados».
 
El optimismo siempre imperó en el vestuario de Cuenca: «Estaba convencido de que nos salvaríamos si lográbamos ganar los dos últimos encuentros».
 
Lidio remarca que la permanencia «es un éxito de todos, fundamentalmente de unos jugadores que lo dieron todo y también de la directiva, que puso mucho dinero de su bolsillo y lo pasó mal».
 
El otro pilar del bloque es su hinchada: «Su comportamiento fue espectacular. Sin esta afición no habría balonmano en la ciudad».
 
Sobre su futuro, Lidio no oculta que «desearía continuar porque me encanta el balonmano, aunque es cierto que se pasa mal con tanta tensión. No obstante, soy un hombre de club y aceptaré la decisión que tome la directiva».
 
Porvenir. Las elecciones a la presidencia, fijadas para el próximo 6 de junio, marcarán el destino de la entidad. Unos comicios a los que, en principio, no se presentará el actual presidente Isidoro Gómez-Cavero: «La decisión está meditada, pero tampoco quiero dejar tirado al club. Todo dependerá de si hay o no candidaturas y de la implicación de la ciudad y los representantes políticos. Lo más importante es que hemos puesto las bases de futuro para seguir en Asobal. Competir en la élite es un gran éxito».