Francia jugará la final del Mundial al superar ayer a Bélgica (1-0) con un cabezazo de Samuel Umtiti tras un saque de esquina, la sentencia de un conjunto galo que jugó sus cartas al contragolpe y frenó en seco el sueño de la ‘generación dorada’ del fútbol belga.

La cabeza del central bien vale una final, la tercera de un Mundial para Francia, lograda con la receta práctica con la que ha conseguido avanzar en Rusia: la del contraataque, con un excelente Kylian Mbappé a la carrera y un inteligente Antoine Griezmann. Solo los fallos Olivier Giroud les privaron de más goles.

La nueva hornada ‘bleu’ tendrá su segunda final consecutiva, tras la que perdieron en la Eurocopa 2016 ante Portugal, y la tercera de su país en la Copa del Mundo.

El testarazo del gol se recordará durante mucho tiempo en Bélgica, que volvió a darse de bruces con el muro de las semifinales, donde chocaron Eden Hazard, Romelu Lukaku, Kevin de Bruyne o Thibaut Courtois. Dominaron la posesión, pero carecieron de peligro.