Messi vio ayer los primeros 66 minutos del partido desde el banquillo. Pero todo cambió, salió Leo y el Barça remontó frente a un combativo Leganés que le puso las cosas muy difíciles a los catalanes, que sumaron su séptima victoria consecutiva en la Liga.

Con el argentino fuera del once, Dembélé (que tuvo que retirarse en la segunda mitad por molestias en el tobillo) se echó el equipo a la espalda y desde el primer minuto se sintió poderoso. El francés fue la punta de lanza del ataque de los locales, en un partido en el que, acosado por el duro calendario, Ernesto Valverde, decidió imponer rotaciones. El Camp Nou y el fútbol de su equipo se lo agradecieron, al menos en el primer tiempo.

Presionó el líder y tuvo paciencia ante un rival que puso su único empeño en defender y buscó que, ante la falta de recursos, el tiempo pasase lo más rápido posible.

El francés puso el talento y Luis Suárez los remates a puerta, aunque sin suerte. Fue el galo el que abrió la lata, en una acción que inició él mismo, en la que combinó con Jordi Alba y que culminó con un remate a la red tras colocar el balón junto al poste izquierdo.

Poco varió el guion tras el paso por los vestuarios. Recital de Dembélé ante un cuadro madrileño que siguió sin proponer nada. Pero el fútbol es caprichoso. En la primera que tuvo el ‘Lega’, empató  gracias a Braithwaite.

Messi saltó al campo y, en su primera aparición, el Barcelona volvió a marcar. Disparó, rechazó Cuéllar y el balón lo cazó Suárez para marcar el 2-1 en una acción que tuvo que ser revisada por el VAR. El portero visitante reclamó falta, pero el árbitro concedió el tanto ante la indignación del Leganés.

A partir de entonces, el partido se convirtió en un ida y vuelta hasta que el argentino llevó la tranquilidad a los suyos firmando el 3-1 que sentenció el choque.