Luto por los que no están

Manuel Pérez
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Las hermandades de la Soledad de San Agustín y María Santísima de la Esperanza visten de negro a sus imágenes titulares con motivo de la festividad de los difuntos

 
 
Recogen los libros de Historia que fue en el siglo XVI cuando la condesa viuda de Ureña, camarera de la reina Isabel, propuso vestir con ropajes suyos de luto a la Virgen de la Soledad. De esta manera, una imagen religiosa portó por primera vez vestimentas negras, y este hecho se extendió por todo el imperio de Felipe II a las demás advocaciones dolorosas.
Con el paso del tiempo, las nuevas modas originaron que, en general,  las vestimentas de las vírgenes ganasen en pomposidad y volvieran a apostar por el color. Sin embargo, algunas hermandades no renuncian a ver vestidas sus imágenes titulares de este color en señal de luto y recogimiento durante el mes de noviembre con motivo del día de los difuntos.
En el caso concreto de Cuenca, son dos las hermandades que se han sumado en los últimos años a la moda de vestir de negro a sus dolorosas. En concreto, la Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad de San Agustín y la Venerable Hermandad de María Santísima de la Esperanza.  
En el caso de la Soledad de San Agustín, Jesús Albendea, representante ante la Junta de Cofradías, explica a La Tribuna que si bien la imagen viste siempre de negro, durante el mes de noviembre su camarera le aplica un «negro riguroso» en señal de luto.
En su caso, la tradición se remonta a más de un lustro, y explica que con ella quieren representar el dolor y respeto que siente la Madre por aquellos que ya no están. 
Por su parte, María Santísima de la Esperanza lleva cambiando el verde por el negro por estas fechas desde 2009, según informa  Beatriz Gómez, su camarera, quien señala que, aunque en un principio fue «rompedor», con el paso del tiempo se ha convertido en una costumbre dentro de la hermandad como la de vestir a la imagen de hebrea por cuaresma.  
Gómez dice que, a diferencia de en otras ocasiones, el arreglo es «más sencillo y sobrio», y prescinde de los artificios que se suelen hacer en el tocado. Del mismo modo, indica que, algunas veces-como en ésta en la que una de las manos se sitúa más cerca del pecho-, se cambia la pose de la Virgen con el fin de acentuar el dolor.   
Con motivo de la festividad de los difuntos, algunas hermandades conquenses celebran por misas en honor de sus hermanos fallecidos. Si bien, la costumbre es hacerlo siempre como broche final a los actos organizados con motivo de la festividad de su sagrado titular.