Los nuevos vehículos cambian el paso

J. Villahizán (SPC)
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La entrada en vigor de una nueva normativa sobre emisiones, más rigurosa que la anterior, dispara casi un 50% las ventas y exige a la industria cambiar a un modelo más ecológico

Agosto suele ser tradicionalmente un mal mes para la venta de nuevos vehículos, sin embargo este año ha sido inusualmente bueno, incluso excelente, según destacan fuentes del sector, debido a la entrada en vigor el pasado 1 de septiembre de la nueva prueba de emisiones, la WLTP -Procedimiento Mundial Armonizado de Ensayos en Vehículos Ligeros, por sus siglas en inglés-, que simula una conducción más realista y unos datos de consumo más fiables que con el anterior programa, el NEDC -diseñado en los años 80 del pasado siglo-.

Las matriculaciones en el principal período estival del año escalaron hasta las 101.700 unidades, una magnífica cifra que supuso un crecimiento del 48,7% respecto al mismo mes de 2017, aunque no se llegará a las previsiones de 115.000 vehículos vendidos.

El efecto del nuevo test de emisiones WLTP trajo consigo descuentos de hasta el 40%, según Faconauto -la federación de concesionarios- con el objetivo de acabar con los stocks de la anterior homologación, lo que provocó no solo el incremento de las ventas a particulares sino también un alto número de automatriculaciones. 

Las llamadas ventas tácticas, que incluyen las automatriculaciones, catapultaron el canal de empresas que en agosto subió un 85,7% hasta 43.730 entregas. Un porcentaje similar al de las alquiladoras, con un alza del 81,5% -6.505 vehículos- en un mes en el que sus operaciones son residuales. 

Mucho más contenida fue la subida de las compras de particulares, habitualmente las más importantes, al alcanzar solo las 57.457 unidades, un 27% más. 

Con este panorama, desde Faconauto indican que «los compradores podrán aprovecharse de promociones de aquí a final de año porque se ha creado una bolsa de coches kilómetro 0 inédita en los concesionarios».

Sin embargo, el nuevo ensayo de emisiones mantiene preocupados a los fabricantes de coches debido a las consecuencias que pueda acarrear el nuevo ciclo de prueba, que hace que los niveles de emisiones de dióxido de carbono (CO2) de los automóviles sean más elevados en las pruebas de laboratorio en comparación con el test anterior.