Donde Alvarada Medieval se hace por haber nacido aquí el condestable Álvaro de Luna

Miguel Romero
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Entre sus murallas, su caserío medieval y su Postigo como recorrido natural, habita un pueblo de recia historia y solemne presente

¡Buen lugar éste, pardiez¡ Para mí, no hay otro mejor, sin duda, y eso tiene clara connotación personal pues como mi pueblo lo tengo. He escrito tanto de él, tanto de su historia y de su pasado, que ahora no me seduce volver a hacerlo. Todo está ya en los libros, artículos y reportajes, pues volver a andar sus callejas medievales a paso de caballo, por encrucijada de placetas donde la Mayor porticada, las pequeñas con solera, los miradores al Postigo y todo ese murallón que invita al medievo, cruzando puertas como la de San Bartolomé, califal, o la de la Virgen, románica, ya ha perdido resalte para un servidor.
 
Por eso, quiero contar otras cosas. Recuerdo como antaño, desde cualquiera de los muchos rentos que conforman el término, la gente afluía para reencontrarse en el núcleo poblacional y así resaltar su festividad de la Virgen de la Zarza, su añorada patrona que vino desde Castielfabid y aquí se quedara para regocijo del cañetero. En su ermita, extramuros, todo se escucha. Los vítores, las bellas canciones entonadas por las voces, algunas ya recordadas, como laas de Teodoro, de Rafa, el Mueso, la Felisa, y todo un coro de cantores y cantoras que hacen de este lugar florido entorno musical, algunos desaparecidos en presencia pero no en esencia. Luego, las “tramás” para hacer plaza donde las vacas de Peñarrubia o los toros de Mora, debían fruncir sus embites al compás de los muchos toreros que siempre ha dado este lugar. En verbena, en aquel palacio que antes fuera de los Marqueses, sus señores, Hurtados de Mendoza, dueños de este lugar y de allende los mares como Virreyes, cuando cruzaban sus conversaciones con moriscos y judíos, los que en las calles del castillo bien pudieran avecindar. Por eso, hablar de Ventayres, de Cerezuelas, de Canettis o de Lunas, por eso de aquel Álvaro aragonés, es cosa de muchos siglos atrás y apenas nos traen recuerdos, más que no sean los que ese evento cultural de nombre Alvarada Medieval hace, año tras año, que evoquemos historia y tradiciones, en buena añoranza con miles de gentes venidas de otros lugares para dar progreso turístico a este lugar y toda su extensa comarca que le rodea.
 
Este puede ser el Cañete que quiero contar, el mismo que está regado por el río Tinte o de la Virgen en recoveco bellamente adornado de su Postigo, o el Laguna cuando flirtea por sus vegas, la de Arriba y la de Abajo, regando tierras de buen llevar aunque ahora casi abandonadas, antes de desembocar en el Cabriel por allá por Ayuntaderos. Molinos, manantiales, extensos pinares, lugares de recreo, fuentes, fuentecillas, rentos, casas rurales, la Torreta, el castillo inmenso, sus murallas, las Eras, el Vivero, las Fuentes, los puentes, y tantos parajes que dan vida a sus gentes. Dentro, la parroquial dedicada a Santiago Apóstol, antigua capilla del Palacio marquesal y ahora inmensa de tres naves con poca ornamentación, y un poco al lado, la casa natal de Álvaro de Luna, aquel Condestable de Castilla poderoso, después la iglesia de San Julián, testero de un Colegio de Gramática, los pilares de sus soportales, numerosos bares, varios restaurantes, apartamentos, hostería, mesones, posadas y un sinfín de servicios que hacen del lugar, el principal de toda la comarca.
 
Por eso, San Antón –San Antonio- bien celebrado, con “la matazón” y sus numerosos cofrades haciendo bailes, lucimiento de caballos y tradiciones en la muralla o la Serrana, ahora reformada por casi toda la vecindad, los Carnavales recuperados, las Navidades con solera, las fiestas patronales en septiembre a la Señora de la Zarza –las mejores de toda la comarca- y sus innumerables competiciones, sobre todo de buen bicicletear, hacen del lugar, una meta a llegar. Pues, lleguen, amigos, lleguen, y verán que bonito lugar se encuentran. Del Postigo a San Bartolomé, de San Roque al puente del Tinte o del Palacio a la Vegatilla.