Cuenca reconquista la historia

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El monarca Alfonso VIII volvió a 'tomar' la ciudad con sus tropas cristianas bajo una estupenda interpretación que contó con los aplausos y vítores del público asistente

Cuenca reconquista la historia - Foto: Reyes Martínez

La ciudad desafía desde hace muchos años a la ley de la gravedad al asomarse a las hoces del Huécar desde sus Casas Colgadas. Desde el viernes y hasta hoy, Cuenca amenaza otra ley, esta vez del espacio-tiempo, participando en la vuelta del Casco Antiguo al medieval siglo XII. Sus castillos, encajonados en el tiempo, sus palacios medievales y sus características cuestas empinadas brillan ahora más que nunca con una ambientación que embellece a la ciudad de Alfonso VIII durante estos días.
Decenas de voluntarios, y sus caballos, se engalanaron ayer con sus mejores galas medievales para representar la toma de Cuenca por las tropas del monarca Alfonso VII. Con una apasionante vuelta al pasado, concretamente a 1177. La interpretación se adelantó un poco en las fechas, ya que la toma real se realizó el 21 de septiembre. El buen tiempo ayudó a que la representación brillará con luz propia, y cuando los caballos, a trote, entraron a la plaza Cuenca se  escuchó un «ohh» camuflado por aplausos y vítores. Mientras, Carlos Suárez esperaba paciente en la entrada de la catedral a que le llegara su momento de interpretar. Él da vida al Canónigo Obrero. «Era lo que posteriormente se conocerá como el Obispo. Mi función en la representación es bendecir el estandarte. Hay que comprender que esto en aquellos tiempos era una mezquita que se convierte en Catedral», explica con alegría.
Desde el castillo, bajaba la tropa cristiana bribona y espléndida. Por los arcos del Ayuntamiento, se dejaba entrever la tropa mora, que olía su derrota ya desde que comenzó su subida de San Felipe.  La parada, rigurosa, poco después de que Alfonso traspasara las puertas de la Catedral, fue el comienzo de la acción musical y narrada con esmero por cada uno de los personajes de la historia. «¡Cuenca ha caído, Cuenca ha caído!», exclamó el campesino.
En lo alto de las escalinatas se cedían moros y cristianos el turno de palabra, mientras que en la parte baja, en público buscaba su lugar entre la multitud. Los más pequeños, siempre ágiles y ‘pillos’ para estas cosas, cruzaban la plaza de un lado a otro, haciendo amena la representación con el trotar de sus juegos y de sus suspiros. Algunos, más cansados, se subían a los hombros de sus padres y miraban atentos los caballos, olvidándose de canciones o el toque histórico. Ellos se quedaban ‘embobados’ ante la presencia de espadas y zancudos.
 
conquista limpia. Sin mucha sangre ni crueldad se conquistó ayer Cuenca. ¡Ya hubiesen querido las tropas Alfonsina tanto cántico y jolgorio!... En la representación pudo la palabra a la acción más dolorosa y con mimo en los textos se llegó a la reconquista de la ciudad. Fuerondos los que se batieron en un breve duelo de espadas. Al fondo de la plaza, algunos adelantaban lo que había pasado. «Ha caído el moro, lloran los musulmanes», decían
Los pequeños, que esperaban luchas con las espadas que ellos «como los mayores» portaban, se quedaron estupefactos ante el caminar de los zancudos. Algunos, en las filas traseras, lloraban a sus madres por conseguir otra espada. «La compramos una ayer, pero no se la ha querido traer ahora», renegaba Aurora, madre de Carlos, entre risas.
Más tarde, comenzaron las semblanzas y los homenajes poéticos y musicales. Junto a la estatua de Alfonso VIII, en la plaza de Obispo Valero, los conquenses escucharon las semblanzas a uno de los reyes más importantes de la ciudad de Cuenca. Los vecinos más mayores, orgullosos de vivir en el Casco Antiguo, veían la representación como el comienzo del esplendor conquense durante esos años. Algunos de ellos recordaban, en sus corrillos de conversación como, una vez acabada la conquista, se constituyó un concejo y una sede episcopal que llenó a la medieval ciudad de Cuenca de «muchos galones». 
El Casco Antiguo de la ciudad brillaba ayer como en sus tiempos del siglo XII en los que la ciudad mostraba su cara más pudiente. Toda la fiesta ocurría bajo el disfraz de las telas medievales y el olor de la parrilla, como si fuera un símil de la buena producción textil y ganadera que vivió Cuenca tras la conquista del monarca. 
 
recuerdo de historia. Estos encuentros llevan inundando la ciudad de Cuenca desde el pasado viernes. Una oportunidad única para que la ciudad de Cuenca conozca su raíz histórica y cultural antes de dejarse enamorar por la vaca el próximo fin de semana.  Más de cien colaboradores, entre hosteleros, comerciantes del mercadillo, actores y músicos participan este fin de semana en una puesta de largo que adelanta las fiestas más esperadas: San Mateo. 
Giraldas, ambientación medieval, los olores de la parrilla, y sobre todo, la gran interpretación del grupo Conca, permitió que el casco de Cuenca volviese ayer a los tiempos con encanto del siglo XII.