Dicen los que le conocen bien en la selección española que es «como un niño grande». Siempre con connotaciones positivas. No solo es uno de los futbolistas más queridos dentro del vestuario, sino también ya el indiscutible delantero en los esquemas de Fernando Hierro.   Aunque fuera con innegable fortuna, el hispano brasileño protagonizó con su nuevo tanto el triunfo de la Roja del pasado miércoles por 1-0 ante Irán para aumentar sus estadísticas en el Mundial a unos muy estimables tres goles en dos choques. Hay que darle el mérito que merece a este jugador de 29 años que siempre tuvo un amplio sector de la crítica en su contra. De sangre carioca, obtuvo la nacionalidad española en 2013 para jugar en Brasil el siguiente año y, desde entonces, arrastró una lluvia de acusaciones tópicas: no tiene compromiso, no sabe jugar el fútbol combinativo, no mezcla bien, tiene un carácter imposible...  Él nunca arrojó la toalla. Tampoco los diferentes técnicos perdieron la fe en el de Lagarto. Primero, Vicente del Bosque. Luego, Julen Lopetegui. Y en este momento, Fernando Hierro. Ahora resulta que Costa puede jugar con los internacionales ‘bajitos’, combina bien y añade registros que le vienen genial al equipo.