La renuncia que alivia a Rajoy

Pilar Cernuda
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El anuncio con el que Ana Botella desechó presentarse a la reelección a la Alcaldía de Madrid abre la puerta a que el líder del PP elija un candidato con peso nacional para la regir la capital

RUEDA DE PRENSA TRAS LA REUNIÓN DEL CONSEJO DE MINISTROS - Foto: Emilio Naranjo

Ha costado pero, finalmente, Ana Botella hizo esta semana el anuncio que esperaba el PP desde meses atrás: no se presentará como candidata a la Alcaldía de Madrid en las elecciones de mayo de 2015.

En el partido tenían la seguridad, meses atrás, de que sería así. Más todavía desde que se vino abajo el proyecto olímpico en el que la mujer del expresidente Aznar había puesto tantas esperanzas y que, en cierto sentido, pensaba que haría olvidar el caso Madrid Arena y el descontento generalizado por el deterioro de los servicios públicos en la capital. Pero, con el paso del tiempo, al ver que no se hacía pública su renuncia, aparecieron las dudas.

Algún miembro del PP pensaba que la alcaldesa quería un cargo a cambio y por eso retrasaba su decisión; otros, sin embargo, afirmaban que Aznar, no muy contento con Mariano Rajoy, impulsaba a su mujer para que se mantuviera. Finalmente, anunció su decisión más tarde de lo esperado, después del verano en lugar de antes.

La popular explicó que le había adelantado al jefe de Gobierno su decisión. No es eso lo que afirman en el círculo de Rajoy: ha mantenido varios encuentros con él y siempre le trasladó su disposición a hacer lo que fuera conveniente para el partido y respetar cualquier decisión que él tomara, pero aseguran que, en ningún caso, le dijo claramente que había tomado la decisión de renunciar. Solo se lo comunicó la mañana del martes y, de regreso al despacho, pidió a su equipo que convocara a los periodistas con carácter de urgencia. Solo los más íntimos, no más de media docena de colaboradores, sabían lo que iba a anunciar.

En las últimas horas, se había producido un hecho que causaba aún más amargura a la alcaldesa: un ciudadano madrileño perdió la vida la noche anterior al caerle encima un árbol. Pocas semanas antes, había ocurrido un hecho similar, y el nuevo accidente provocó una gran alarma social y la crítica unánime de la oposición. En la sede central del partido, cuando se supo que la primera edil había convocado la rueda de prensa, más de un miembro de la Ejecutiva preguntó a quién llamaba para pedir información sobre la posible renuncia de Ana Botella. Yes que cuando hay problemas como el de los árboles caídos se aplazan determinados anuncios hasta solucionarlos o sentar las bases para ello.

La mujer de Aznar. En el entorno de la alcaldesa no se oculta la contrariedad. Dicen abiertamente que Botella se ha sentido muy poco apoyada por su partido y que no reconocen el mérito de gestionar un Ayuntamiento con casi 8.000 millones de deuda, y que ponen el acento en que se convirtió en una persona incómoda por ser la mujer de Aznar, hasta el punto de que algún colaborador se ha quejado estos días de que «han ido a por ella por ser la esposa del expresidente». Cuando esta periodista le ha recordado que si no fuera por ser su esposa, probablemente, no sería alcaldesa de Madrid, pues fue él quien le pidió a Gallardón en su momento que fuera candidato a la Alcaldía y que incluyera a ésta en la lista, calla.

Da un paso atrás convencida de que ha sido injustamente tratada y que su gestión económica ha sido ejemplar. Tiene razón en esto último, pero no ha sabido ganarse el afecto de los madrileños, lo que es letal para un alcalde. Es la razón, sin duda la única razón, por la que desde hace meses la dirección del PP esperaba su renuncia. Con ella de cabeza electoral no tenían absolutamente ninguna posibilidad en la capital. No solo por el Madrid Arena, sino porque el deterioro urbano es evidente para cualquiera.

A partir de la primavera entrante ya no será alcaldesa, pero nadie duda en el PP de que no se va a dedicar a disfrutar de la vida familiar, porque están seguros de que Mariano Rajoy le ofrecerá algún cargo que le permita dar cauce a su evidente vocación política. Pero ahora, de lo que se habla en los mentideros políticos, es de quién va a figurar en el cartel electoral madrileño.

La decisión la tomará Rajoy y solo Rajoy. Un miembro de la dirección era tajante: «Si alguien presume de saber algo miente, el presidente no ha dicho una palabra y no la dirá hasta que él crea que ha llegado el momento. Y, por lo que nos ha transmitido, va para largo, no solo por respeto a Ana, cuyo final de mandato puede verse enturbiado si ya hay un candidato encima de la mesa, sino para no dar pistas al adversario».

Lo que es indudable es que se tratará de alguien de peso y con proyección nacional. En esa apreciación coinciden distintos dirigentes del PP que conocen bien a Rajoy y que saben que le da toda la prioridad a encontrar la persona idónea para lograr ser alcalde de Madrid, «entre otras razones, porque si se pierde esta plaza, es sumamente difícil que gane las generales».

Si es así, podría descartarse entonces a Cristina Cifuentes, la delegada del Gobierno, una persona eficaz, atractiva por su carácter y su trato, pero que ni tiene proyección nacional ni es suficientemente conocida por los madrileños. Ocurre, además, que para mantener el control regional, es básico el candidato a la Alcaldía, de ahí que con ese criterio de persona de mucho peso capaz de ganar por mayoría absoluta solo da pie a manejar dos nombres, Soraya Sáenz de Santamaría y Esperanza Aguirre. Y llega entonces el momento de ver los pros y contras.

Sin sondeos. El PP, hasta ahora, no ha hecho ninguna encuesta sobre posibles candidatos. Tienen análisis elaborados por gente del partido, pero no sondeos con consultas a los ciudadanos. Sin embargo, existe coincidencia en que tanto la vicepresidenta del Ejecutivo como la jefa del PPM son las que obtendrían mejores resultados.

Todos los miembros del Gobierno consultados coinciden en que no ven a Rajoy prescindiendo de Soraya, que hará lo que le pidan, pero que preferiría seguir trabajando en el Gabinete central. En cuando a Esperanza Aguirre, va por libre y eso ha provocado algunos problemas y ha afectado a sus relaciones con Rajoy y Cospedal, pero puede ser candidata a pesar de todo.

Una persona cercana al jefe de los populares comentaba: «Mejor de alcaldesa que de presidenta del partido madrileño. Como alcaldesa no tendría tiempo para ser mosca cojonera». Textual. Ha mantenido una larga entrevista con Rajoy, pero el presidente no le ofreció el puesto ni ella le pidió, pero cuentan que los dos llegaron a la conclusión de que si el presidente decidía pedirle que fuera candidata, ella aceptaría.

Al gallego le ha molestado que se conociera esa reunión que debía haber sido discreta, y piensa que fue la propia Aguirre quien se lo comentó a algún periodista de su confianza. Otro elemento en su contra. Pero no el único. Su episodio con la Policía municipal también afecta, aunque no tanto como le gustaría a sus adversarios. Puede envenenarse, pero, en principio, se confía en que sea calificado finalmente como una falta, aunque en el PP son conscientes de que sus rivales irán a por ella.

Una incógnita por tanto el cartel del PP madrileño dentro de ocho meses. Solo una certeza: será Rajoy y solo Rajoy quien decida.