La última vaca

Manuel Pérez
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Los corredores disfrutaron de una doble suelta de vaquillas la última jornada de fiesta • El lunes laborable mermó la afluencia de público

La última vaca - Foto: Reyes Martínez

 
Cuenca es torera. Y no sólo porque la plaza de toros de la capital sea la tercera en número de abonados del país tras las de Madrid y Pamplona, sino porque decenas de jóvenes y no tan jóvenes se lanzan cada tarde al ruedo para participar en la tradicional suelta de vaquillas. 
Ayer, como es tradición en la última jornada de fiesta, tuvieron ocasión de hacerlo también durante la mañana. Los corredores se volvieron a medir ante los astados de las ganaderías de Curro Fuentes y Juan Vicente Mora en una vaquilla matinal que contó con una menor afluencia de público por su coincidencia con una jornada laboral.
Ya por la tarde, la plaza estuvo más concurrida y se volvieron a vivir grandes carreras y algún que otro susto, ya que a algunos se les olvida que, por mucha maroma que lleven, se miden ante animales irracionales.    
Peligros aparte, como cada año, las vacas han sido las protagonistas de la fiesta. Y es que, tal y como afirmaba Maximino Pérez en su pregón, «San Mateo no se entiende sin la vaquilla, ni la vaquilla sin San Mateo». Otra cosa será que la Asociación de Peñas Mateas y el Ayuntamiento de Cuenca consigan para la fiesta la declaración de interés turístico nacional en un momento en el que los festejos taurinos están denostados.