El drama golpea a Saelices

Jonatan López
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Cristina Muñoz Abellán, bióloga de 33 años y oriunda de la localidad conquense, es una de las personas fallecidas en el trágico siniestro de aviación de los Alpes franceses

La pequeña localidad conquense de Saelices, de apenas 500 vecinos y junto a la autovía A-3, se levantó ayer consternada por las nuevas noticias en torno al terrible y trágico accidente de aviación en los Alpes franceses, en el que 150 pasajeros, 50 de ellos españoles, perdieron la vida el pasado martes. Una de las personas fallecidas, Cristina Muñoz Abellán, de tan sólo 33 años, era la hija de un vecino, de los que llaman «de toda la vida», de Saelices. Aunque la familia más cercana de Cristina, sus padres José Luis y María Rosa, su hermano y su abuela residían en Barcelona desde hace ya varias décadas, lo cierto es que esta localidad conquense, situada a escasos kilómetros  del yacimiento arqueológico de Segóbriga, amaneció consternada por la noticia. El nombre de Cristina estaba entre la lista de personas que tomó ese vuelo desde El Prat de Barcelona y nunca llegó al aeropuerto de Düsseldorf.
«Muchos ya sabíamos que la hija de José estaba en ese vuelo», dijeron un grupo de ancianos que tomaban el sol en la Plaza Parador. «Ese mismo día se lo comunicaron a su padre y él se lo dijo a sus tíos y a su prima hermana, que aún viven aquí», apuntaron otros. Lo cierto es que en el municipio, ayer no se hablaba de otra cosa. 
 
conmoción. Carmen, prima hermana del padre de Cristina, prácticamente no podía articular palabra. Conmocionada por la noticia desde que el mismo martes conociese el suceso por los medios de comunicación, confirmó que los padres de la fallecida «supieron lo que había pasado desde el primer momento». El padre de Cristina llamaba a mediodía a su familia cercana, minutos después de que fuera la noticia principal de todos los medios internacionales, para trasladar la fatalidad.  
La tía segunda de Cristina desveló que los padres viajaron ayer en autobús hasta el lugar del accidente, para conocer más detalles de lo sucedido. «Esto es muy duro para toda la familia», explicó.
 
Funeral. El Ayuntamiento y los familiares de Cristina decidieron ayer oficiar una misa en memoria de la fallecida. La iglesia parroquial dedicada a San Pedro Apóstol acogerá este sábado, a partir de las 12 de la mañana, las honras fúnebres In memoriam. 
Ricardo Sousa, el párroco de la localidad, será el encargado de oficiar este emotivo homenaje de un pueblo conquense al que la tragedia, indirectamente, también ha golpeado.
Esperanza Rubio, la alcaldesa de Saelices, se mostraba apenada por el suceso y sorprendida por la noticia que vincula la catástrofe con el municipio conquense. «Nos ha impactado el hecho que suceda un accidente como éste y mucho más cuando afecta a gente conocida, a gente del pueblo», dijo Rubio, que confirmó que la misa en recuerdo de Cristina «surgió de los familiares, pero finalmente queremos hacer algo conjuntamente». 
Los vecinos confirmaban ayer que estarán presentes en el acto religioso, en la misa en recuerdo de Cristina. «Tenemos que apoyar a los nuestros, a los familiares que están pasando por un mal momento», dijo una de las vecinas.
 
Una bióloga, aficionada a viajar, que hablaba idiomas. 
 
Cristina Muñoz, de 33 años de edad y bióloga de profesión, trabajaba en las oficinas de Bayer, en la ciudad alemana de Colonia. Hablaba varios idiomas y una de sus aficiones era viajar. Días antes del accidente, había regresado a casa de sus familiares para visitarles de nuevo, después de que lo hiciese a principios de año, cuando su abuela, madre de su padre, falleció repentinamente el Día de Reyes. Cristina, que asistió al entierro de su abuela, regresó en estos días para estar con sus familiares. La casualidad y fatalidad quisieron que la bióloga adquiriese un billete de la compañía Germanwings, en el vuelo GWI9525 que nunca llegó a su destino.
      La familia Muñoz, que en el pueblo tenía el apelativo de ‘Los boleros’, tuvo que emigrar en los años 70 en busca de trabajo. Primeramente viajó hasta León y al final, José encontró trabajo en Barcelona, lugar donde nacieron Cristina y su hermano. Desde hace mucho tiempo y por motivos laborales, Cristina no había viajado hasta la localidad conquense. «De pequeña era habitual que viniese todos los veranos. Venía con su abuela y le gustaba mucho el pueblo», dijo la alcaldesa.
      Compañeros del Instituto de Neurociencias, de la Universidad Autónoma de Barcelona, lamentaban ayer la pérdida en un comunicado: «Nuestra estimada Cristina viajaba en el avión que volaba desde Barcelona a Düsseldorf. Cristina era miembro de nuestro Instituto desde 2006 a 2011 y su pérdida nos deja un gran dolor. Hemos perdido un ángel. No tenemos palabras».