Duelo en el Thyssen

JAVIER VILLAHIZÁN
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Revancha de egos en el museo madrileño entre Boudin y su discípulo Monet, el aprendiz que superó a su mentor y se alzócomo el padre del Impresionismo

Nadie hubiese imaginado que un fugaz encuentro en una papelería en El Havre (Francia) en 1856 entre dos pintores de generaciones distintas  y con 16 años de diferencia fuese a fructificar de tal manera que cambiase la Historia del arte en general y del Impresionismo en particular. El encuentro que mantuvieron en la librería Gravier el joven de 15 años Claude Monet (París, 1840-Giverny, 1926) y Eugène Boudin (Honfleur, 1824-Deauville, 1898) supuso un antes y un después en sus vidas y en sus respectivas pinturas. Lo que empezó como una efímera y circunstancial aproximación finalizó con una apasionante y transcendental historia en la que el discípulo superó al maestro. 

Por primera vez un museo español, el Thyssen de Madrid, acoge, hasta el próximo 30 de septiembre, una exposición de ambos artistas, discípulo y maestro y posterior aprendiz del alumno, que reúne los paralelismos y las diferencias entre los dos pintores franceses desde el momento que se conocieron, justo cuando Monet aceptó convertirse en seguidor de la pintura del gran paisajista galo.

La historia, a veces caprichosa y otras concluyente, hizo que Monet, gracias a Boudin, llegase a ser el creador que hoy es conocido en todo el mundo, y que su maestro se dejase seducir por los principios del Impresionismo. Como él mismo confirmó una vez a su biógrafo: «Todo se lo debo a Boudin».

La relación entre ellos fue de una camaradería excepcional, tanto en el plano personal como profesional, hasta los años 80, momento en el que se distanciaron tras la muerte de la mujer de Monet, Camille, y su posterior relación con Alice Hoschedè, así como por distintas presiones económicas debido a la crisis del momento.

A pesar de ello, Boudin reconoció la audacia de Monet, aproximándose al final de su carrera a las novedades del Impresionismo