José Villarejo es un comisario de Policía con cargos de responsabilidad en distintos gobiernos socialistas y del PP porque sabía moverse, como nadie, en las cloacas. Perdió los apoyos oficiales que tenía cuando empezó a tener una vida profesional paralela y utilizó sus contactos en beneficio propio. Se trata de un hombre con conexiones en el PSOE y el PP, a cuyos gabinetes sirvió, pero también con apoyos entre jueces y fiscales de relevancia, empresarios y periodistas. Entre estos, cuenta con media docena de incondicionales siempre bien dispuestos a difundir las informaciones que les suministra. 

El excomisario además de ponerse a las órdenes de las autoridades pertinentes para realizar su trabajo oficial, creó una serie de empresas que le permitían engrosar su nómina asesorando a personalidades de muy distinta profesión y categoría que tenían problemas que resolver. Problemas personales y profesionales. Es la razón de que las trazas de Villarejo se hayan advertido en muchos de los escándalos más sonados de la actualidad española, desde el caso López Madrid al del pequeño Nicolás, el ático de Ignacio González, los dineros no justificados de Granados y Marjaliza y hasta se cuenta en los mentideros, sin confirmar, que algo sabía el excomisario de las cremas por las que acabó la carrera política de Cristina Cifuentes. 

Villarejo grababa todos y cada uno de los encuentros que mantenía con aquellos que le pedían ayuda y algunas de esas grabaciones han aparecido publicadas en medios de comunicación e irrumpido de forma escandalosa en la investigación de casos de corrupción.