«Un nuevo 155, será más duro, más largo y con consenso»

J. Monroy
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García-Page apunta que el futuro de las autonomías y el Estado están muy relacionados, y apuesta por un regionalismo sano, que mitigue los nacionalismos

«Si se necesita un nuevo 155, que no deseo, tengo claro que se va a aplicar, además va a ser más duro, más largo y se hará con consenso general». Así lo apuntó Emiliano García-Page, en el Desayuno Informativo ‘Castilla-La Mancha en el centro’, organizado por La Tribuna y el Banco Sabadell. Durante esta intervención, el presidente regional llegó a conclusiones como que la situación actual de Castilla-La Mancha y de España no se pueden disociar y que los presidentes de las comunidades deben operar en el contexto nacional, para dar testimonio de que la política en España no es bilateral, como apuntan los nacionalistas. En su intervención, García-Page presumió de «regionalismo sano, incluyente, no contra nadie y con eso ayudamos que en el conjunto de España se pueda mitigar los egoísmos nacionalistas».

Para el presidente regional, el mejor talante del Gobierno de Pedro Sánchez lo legitima una mayor fortaleza a la hora de responder al independentismo. A su juicio, no puede haber ninguna solución con en el independentismo catalán si antes no aceptan el orden constitucional. Porque Torra es presidente por la Constitución, y debe aceptarla como camino para hablar. El Gobierno no debe aceptar chantajes.

El presidente regional planteó «cinco tesis» durante su intervención en el Cigarral del Ángel Custodio. Parafraseando a Gracián, apuntó que es muy imprudente no arreglar los problemas que tienes delante, «y creo que eso le pasó a Rajoy», pero más imprudente es salir a buscar más problemas. A partir de ahí, García-Page apostó por no dar cobertura al independentismo. «Yo abogo por el diálogo y el respeto institucional, pero en ningún caso que confundan la cordialidad con un aval para volver por sus fueros». A su juicio, mucha gente en España se está cansando ya y se siente mal pensando que se puede entrar en un debate en el que a algunos se les permita lo que sería perjudicial para el resto.

La tercera tesis de García-Page es que ha de haber un gran acuerdo entre los partidos nacionales, que puede ni ser explícito, para que los egoísmos territoriales no bloqueen el funcionamiento del Estado. En otros tiempos PP o PSOE podía pactar con CiU, pero hoy no puede haber acuerdos que afecten al marco constitucional, «porque yo nunca aceptaré que lo que tenemos que decidir entre todos sea objeto de mercadeo, y tengo claro que el presidente del Gobierno piensa lo mismo». La cuarta consideración es no forzar el modelo e improvisar decisiones hasta que no haya una mayoría razonablemente sólida en el conjunto del Estado. Es decir, García-Page pide que «incluso el elemento catalán debe tener un límite como arma arrojadiza de unos partidos a otros».

Finalmente, García-Page advierte que las comunidades autónomas han de formar parte de la solución a todo este problema. No pueden estar como espectadores, «somos parte, porque somos afectados, si  yo no defiendo la financiación autonómica o los derechos de los ciudadanos de la tierra en cualquier foro, no podríamos hacer cosas como mejorar la Educación o la Sanidad».

Para el presidente, aunque su obligación es defender la región, está claro que «lo primero es España, precisamente para defender Castilla-La Mancha». En ese sentido, en torno al nacionalismo catalán, García-Page incidió en la importancia de dejar claro que la política en España no puede basarse en las relaciones bilaterales del Estado con 17 autonomías, sino participar en el mosaico de España, recogido en la Constitución. De ahí el comunicado firmado recientemente en Zaragoza por presidentes de comunidades autónomas de distintos signos, que quiere decir al Gobierno actual, igual que en su día a Rajoy, «que no están solos en la defensa del marco constitucional», que van a estar vigilantes para que no se mercadee en España a costa de los derechos de los demás, «y que quede claro que el mapa que nos dimos en 1978 es multilateral».

En ese contexto, le llama la atención a García-Page que en cuarenta años no haya habido una gran coalición ideológica y tras años en los que los partidos de Gobierno se apoyaban en los nacionalistas, el presidente apunta que «no pude formar parte de la solución el problema en sí mismo». Porque los partidos nacionales van al Congreso a defender políticas nacionales, mientras que otros van «a defender lo suyo». Su consejo es mantener la tranquilidad y no improvisar ninguna medida sin que lo permita el contexto. Sólo con una gran mayoría podrá haber soluciones, y no para todo.