Mientras Italia comienza a recuperarse de la tragedia vivida el pasado martes en Génova, donde un tramo de algo más de 100 metros del puente de Morandi se derrumbó con decenas de vehículos pasando de un extremo a otro y precipitándose al vacío -dejando un balance parcial de al menos 39 fallecidos-, el Gobierno de Giuseppe Conte no ha dejado pasar el tiempo para buscar culpables. A su juicio, la concesionaria de la autopista A10 que circula por el viaducto afectado, Autostrade per Italia -filial de Atlantia-, debe dejar de gestionar dicha carretera.

«No podemos esperar a lo que diga la Justicia», afirmó el primer ministro, que apeló a la necesidad de «viajar de forma segura» y a las obligaciones de la empresa con el mantenimiento de la vía en todos sus tramos.

La firma había salido al paso de las críticas asegurando que se realizaron revisiones trimestrales de la infraestructura y no se detectaron problemas que hiciesen temer lo ocurrido.