Torero de aguja y dedal

Leo Cortijo
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Andrés Cid es el referente de la sastrería taurina en la provincia conquense. Asentado en Mota del Cuervo, sus diseños, centrados sobre todo en la línea campera, visten a figuras como Hermoso de Mendoza, Ventura o Galán

Rejoneadores como Pablo Hermoso de Mendoza, Diego Ventura, Sergio Galán o Andy Cartagena, y toreros como José Tomás o El Juli han vestido y visten sus diseños. Hablamos de Andrés Cid, referente de la sastrería taurina en la provincia de Cuenca. Establecido en Mota del Cuervo, encuentra sus raíces en Montalbo, de donde era su padre, de quien aprendió buena parte del oficio. Aunque éste no se inclinó por el tema taurino, era muy aficionado a la Fiesta, «y de ahí me viene el amor por este arte», comenta el protagonista de este reportaje. Así, Andrés explica que en un momento en concreto tuvo que elegir entre diseñar moda normal o inclinarse por la vertiente que ahora le ocupa. Y, visto lo visto, acertó.
 
Después de una vida entera dedicada a la confección taurina, este torero de la aguja y el dedal centra ahora su producción fundamentalmente en la vestimenta campera y de rejoneo. «En el mundo del arte es muy importante especializarse y yo lo he hecho en el tema campero, tanto en traje de corto para toreo a pie como para caballo». Y es que, añade, «si tuviera que abarcar multitud de aspectos, se despersonaliza mi obra». Y su obra, precisamente, no acaba aquí, pues también ha cogido el encargo de clientes que buscan un diseño exclusivo, como por ejemplo, un bonito traje bordado para una noche de fiesta.
 
Está claro que un traje marca y deja entrever la personalidad de un torero. Podemos decir aquello de que «es el espejo que refleja su alma». Así, cada uno marca unas pautas a la hora de solicitar un diseño a Andrés Cid. Tal y como éste argumenta, Hermoso de Mendoza, por ejemplo, prefiere un traje de corte rondeño, mientras que Galán y Ventura optan por un estilo más clásico, aunque este último apuesta a veces por chaquetillas con algún bordado. Cartagena, por su parte, se centra más en la línea campera. Vestir a unos y a otros es todo un orgullo para este sastre taurino, que confiesa que «verlos trenzar el paseíllo en plazas como Madrid o Sevilla con tus diseños es algo que no se paga con nada, es una satisfacción enorme». Ahora bien, antes de llegar a ese momento de la puesta de largo, hay un trabajo de elaboración enorme y muy cuidadoso, en el que el artista tiene que medir hasta el último detalle para que su obra sea perfecta. «Cada torero busca su personalidad, sus colores, su comodidad, sus supersticiones... y yo tengo que estar al tanto de ello». Pero al fin y al cabo, dice, «ellos tienen que sentirse a gusto para que todos sus sentidos se centren solo en lo que tienen que hacer en el ruedo, y eso a veces depende de un centímetro más o menos en la elaboración del traje».
 
Estilo personal. La mayor preocupación de Andrés Cid cuando se enfrenta a un nuevo proyecto es buscar la esencia de cada torero. Es decir, ahondar en su personalidad y lograr conectar con sus sentimientos. Por eso, reconoce que tiene que «andar buscando la materia, los tejidos, los colores... que cada uno precisa, y eso es una labor compleja y profunda para mí, porque no siempre se encuentra lo que uno busca exactamente». Para llegar a ese punto es vital tener diferentes fuentes de inspiración, y este sastre, que rebosa arte por los cuatro costados, explica que siempre que está trabajando en su taller no puede faltar el flamenco de fondo como acompañamiento, sobre todo «el gran» Camarón de Isla. 
 
Sin afición, en la vida muy poquitas metas se podrían conseguir. Andrés Cid no es una excepción, y es que considera como algo clave ser aficionado a la fiesta de los toros para ser sastre taurino. En su opinión, una cosa lleva a la otra y ambas están unidas hasta el punto de que sin la primera no se puede comprender la segunda. «Eso es algo que trato de cuidar mucho porque quiero que siempre se me ponga la piel de gallina cuando veo una faena vibrante», argumenta el sastre. De esta forma, reconoce su interés en la evolución de los toreros y por eso «me saco mi entrada siempre que puedo para ir como un espectador más para contagiarme de la faena y también para ver cómo lucen los trajes en la plaza y cómo los valora el público».
 
Por otro lado, ha sido embajador de la marca España en multitud de ocasiones, y ha llevado el mundo del toro y el caballo con sus creaciones a decenas de ferias y exposiciones. Así, ha estado presente en países como Francia, Alemania, Inglaterra, Portugal, Colombia o México, entre otros. De sus viajes, una de las cosas que más le impresionó es cómo valoran y admiran la cultura española y lo que ésta representa.