El último artesano del mimbre

J. López
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José Luis Encijo, que mantiene un taller en Villaconejos de Trabaque, afirma que el abandono de esta actividad artesanal se debe a «los hábitos de uso, la crisis y la competencia de los artículos chinos»

El artesano del mimbre, José Luis Encijo, agarra un manojo de mimbre criado en la vega del río Trabaque y lo entrelaza con cuidado para ir formando una cesta. Asegura que es el único que queda en su pueblo, Villaconejos de Trabaque, y en la Serranía. «Mi mujer, Pilar, y yo, somos los únicos que quedamos. Hace 15 o 16 seríamos unos 50 artesanos y unos cinco años atrás casi 80, pero han pasado muchas cosas y sólo quedamos nosotros», dice José Luis, que apunta que las razones del abandono de esta actividad artesanal tienen que ver con «la competencia de los artículos chinos, los hábitos de uso y la crisis, que ha incidido mucho en la artesanía «.
En el taller de Villaconejos, José Luis elabora mobiliario, objetos de decoración, cestas y útiles para recoger setas o biombos. Artículos que aún tienen compradores y que buscan la calidad de un  producto, superior al que se manufactura en otros países. En este punto, el artesano compara el mimbre conquense con el de otros mercados, como el chino. También se realiza a mano, «pero la materia prima no es igual. Para que un producto sea de calidad, el mimbre debe serlo también y el trabajo no se paga igual a la persona que lo realiza, así que se abarata el coste del producto. La cestería tiene el mismo precio que hace 20 años. Antes daba un beneficio, pero ahora ya no es el mismo».
Sobre el uso que actualmente se da a los artículos elaborados con mimbre, el artesano explica que «antes se utilizaba, por ejemplo, para cestas de pan, pero ahora se usan de plástico. Se fabricaban canastas para que las señoras pudieran ir a la compra y ahora todo son bolsas».
Otro de los problemas añadidos es la bajada de la producción. Prácticamente toda la vega del río que da nombre a la localidad estaba cultivada de la fibra vegetal, pero en la actualidad «sólo se planta un 20% de lo que se cultivaba hace 20 años y con tendencia de seguir bajando. Así que creemos que en diez años estará al 10%». La mayoría del mimbre que en estos días se recoge, precisamente, es destinado para hacer vallas. «La cosa está poniéndose muy mal, pero aún así entiendo que cultivar el mimbre es más rentable todavía que cultivar otro producto o realizar otras actividades agrícolas».
 
Una vida dedicada. Aunque lleva toda una vida dedicada al mimbre, José Luis asegura que «este es un trabajo duro. Tienes que tener vocación y ganas de hacerlo», pero es consciente de que «todo se está mecanizando. Hay mucha maquinaria y ya no es nada como era antes».
Muy a su pesar, según dice, «el taller se cerrará  cuando termine nuestra vida laboral. En mi caso no hay continuidad. Tengo dos hijos que saben trabajar el mimbre, pero estudiaron, sacaron su carrera y viven en Madrid, de su trabajo».
Pese a que muchos vecinos de Villaconejos de Trabaque se dedicaban a ello, en la actualidad sólo está abierto el taller de José Luis hasta el día que se cierre. «La gente joven debería tener iniciativas, pero prefieren marcharse a la capital, estudiar y colocarse en un buen trabajo y no vivir en el pueblo. «Nosotros ya esperamos llegar al final de nuestra vida laboral para dejarlo todo», dice, mientras continúa tejiendo una cestilla y un grupo de asiáticos que pasean entre los pasillos de la Feria Internacional de Turismo observan detenidamente y le sacan fotos.