La joya de la Amargura

Leo Cortijo
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El retablo de la hermandad del Miércoles Santo, de estilo gótico y de casi seis metros y medio de alto, es un «tesoro» artístico y patrimonial

Con una altura de casi seis metros y medio. Realizado en madera de abeto y dorado con oro fino. De estilo gótico, el mismo que la capilla en la que se ubica. Y todo tras una construcción de aproximadamente tres años. El retablo en el que la Real, Ilustre y Venerable Hermandad de Nuestra Señora de la Amargura con San Juan Apóstol alberga sus Sagradas Imágenes es una de esas muchas joyas del patrimonio nazareno conquense que muchos no ven, pero que están ahí. Auténticos tesoros artísticos que, al no procesionar entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección esperan en un segundo plano los focos y la atención que, sin duda, merecen. Éste solo es uno de esos muchos ejemplos, pero es si cabe algo más especial por su valor patrimonial.

La pieza en sí, obra de Luis Priego, conquense y profesor de Bellas Artes de la Universidad Autónoma de Madrid, está distribuida en cuatro partes. En primer lugar, una mesa de altar construida en mármol, basada en los modelos existentes de la época, adaptada al tamaño y distribución de la capilla. En segundo lugar, el banco, donde se distribuye la traza del retablo con dos salientes que sirven de apoyo a las dos columnas que sobresalen. En tercera instancia, el cuerpo, que es el eje de la obra, donde se alojan las dos imágenes, compuesto de un gran espacio y cuatro columnas. Y, por último, el ático, de estilo neoclásico, consistente en una caja adaptada al remate del arco superior de la capilla y con un cuadro central en el que podemos ver al Santísimo Ecce-Homo de San Miguel. Bajo el arco y encima del cuadro, se encuentra el escudo de la hermandad.

El retablo se inauguró en octubre de 2015 y entonces el depositario de la hermandad, Pedro Paños, lo calificó como «el logro más grande» que había realizado la cofradía, a pesar de que ésta ya cuenta con un enorme y valiosísimo patrimonio, como puede ser su museística sede o sus andas decoradas en plata. Hoy, tres años después, Paños se reafirma y añade que «el retablo no solo es una maravilla, sino que es una obra de arte... por no hablar de sus espectaculares dimensiones». De hecho, comenta que el propio artista le dijo que se trataba, muy posiblemente, del retablo más grande de toda la provincia sin estar en un altar mayor. Lo cierto y verdad es que «nos costó muchísimo tiempo y trabajo, pero fue una apuesta importantísima».

Pedro Paños anima a todo el mundo a que lo visite y lo contemple detenidamente. «El retablo está para que lo disfrute todo Cuenca, no solo los hermanos de la Amargura ni los fieles de la iglesia de El Salvador; es una obra artística que forma parte del patrimonio religioso de Cuenca y, por ende, de todos los conquenses».