Un invitado de excepción en un enclave de postín. El pintor conquense Pedro Romero Sequí expone hasta el próximo jueves en el Ateneo de Sevilla la muestra Sevilla en acrílico y a jierro. Una colección que supera las 40 obras dedicadas a la ciudad hispalense. A su paisaje urbano y a sus monumentos. «A sus casas y a sus cosas», comenta el artista, pero con un «imprescindible» guiño a la Semana Santa, a la que le dedica casi un tercio del material expuesto. La muestra se completa con algún retrato y otras obras «más genéricas» para hacer «más amena» la exposición o servir de excusa para encargos que el autor acepta siempre que se siente capaz de llevarlos a cabo.
Es la primera vez que el trazo tan particular, llamativo y especial de Romero Sequí conquista la capital sevillana. De hecho, explica, «es la exposición de mayor proyección exterior de cuantas he participado». Para él, es todo «un honor y un privilegio» mostrar sus trabajos en «un referente y una institución cultural» de tanta importancia. Sevilla en acrílico y a jierro ha caído realmente bien en el seno del Ateneo, y es que su estilo tan característico, basado en una pintura «rápida y espontánea» ha enamorado a propios y a extraños.
Para llevar a cabo esta muestra, Romero Sequí se ha «empapado» de las tradiciones, la cultura y los usos y costumbres de Sevilla. En definitiva, lo que muchos llaman la sevillanía. Ha recorrido de cabo a rabo la capital andaluza en diferentes viajes con el objetivo de captar su «verdadera esencia». Y eso es lo que ha tratado de trasladar a través del pincel en esta exposición en la que reconoce que ha trabajado y preparado a conciencia durante un año y medio. Eso sí, compaginándolo todo con otras muestras de menor envergadura.
Hay tres pinturas nazarenas que sobrecogen especialmente. El artista destaca las dos Esperanzas, la Macarena y la de Triana, y Jesús del Gran Poder. Obras que pellizcan a todo aquel que las contempla en un ciudad que no solo tiene un color especial. También tiene duende.