Ser primera de grupo en el Mundial ya no es un objetivo secundario para la selección española, sino que los avatares del destino y la necesidad de reafirmación moral lo convirtieron en toda una necesidad. Es difícil hacer previsiones en este torneo tan loco y lleno de sorpresas, pero la lógica invita a pensar que el primero del cuarteto se enfrentaría a Rusia o Uruguay en octavos y evitaría pasar a la parte del cuadro en la que viajarán selecciones como Alemania, Brasil, Francia o Bélgica, cuatro de las principales aspirantes.  Pero, para hacer cábalas, hay que ganar primero a Marruecos el próximo lunes. Para este duelo, Fernando Hierro medita introducir cambios, consciente de la existencia de dos realidades: es importante refrescar el equipo y necesita goles para alcanzar el liderato, ya que afronta el choque igualada a cuatro puntos con Portugal y con uno más que Irán. La diferencia de goles sería el primer factor desequilibrante en caso de empate en la tabla.  El cuadro aluita será un rival imprevisible que, además, no se juega nada porque ya está eliminado. La incógnita es ver si la ausencia de objetivos les relaja o les libera, por más que quieran despedirse del campeonato con honra. Ante esta perspectiva, varios nombres aparecen en el horizonte como posibilidades para el seleccionador.