Lea el pregón completo

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Buenas tardes:
Saludo y reconozco la presencia esta noche de: 
· Nuestro Excelentísimo y Reverendísimo Don José María Yanguas, Obispo de la Diócesis de Cuenca.
· Don Jorge Sánchez Albendea, Presidente de Nuestra Junta de Cofradías.
· Excelentísimo Alcalde de Cuenca, Don Juan Ávila.
· Sr. Don Benjamín Prieto, Presidente de la Diputación Provincial.  
· Saludo a todas las autoridades eclesiásticas y civiles, aquí presentes.
· Junta de Diputación de la Junta de Cofradías, Hermanos mayores, representantes de las distintas Hermandades… Nazarenas, nazarenos, turbos y amigos…
Os agradezco, a todos, que hayáis tenido, a bien, venir a escucharme y acompañarme esta noche. 
Ecce Homo de San Miguel, protagonista en éste tu antiguo Templo, te pide permiso este pregonero, para pronunciar unas breves palabras, que con tanto cariño y respeto he preparado sobre nuestra Semana Santa. 
Como cada Viernes de Dolores, presides el Pregón anunciador de Nuestra Semana de Pasión, alentando a todas las personas que hacen posible que nuestras hermandades desfilen con todo su esplendor… con su colaboración, trabajo y sentimiento. 
 
Sinceramente, creo, sin ninguna duda, que cualquiera de los aquí presentes, hubieran realizado un pregón que no le tendría envidia al mío. Como saben, no soy nadie relevante en la ciudad de Cuenca, tampoco tengo méritos profesionales. Tal vez mi único bagaje es que soy nazareno desde el día que nací y, de lo que hoy os hablo sale de mis vivencias y corazón.
Soy  nazareno de fila, durante varios años bancero de El Prendimiento de Jesús, he portado a  Ntro. Padre Jesús Nazareno de El  Salvador, bancero del Jesús del Puente y del  Santísimo Cristo de las Misericordias y he tenido el honor de portar en mis hombros a Jesús Nazareno de Sisante. He sido Secretario y Representante de la Hermandad de  El Prendimiento.  Presidente ejecutivo durante varios años de la Procesión del Silencio. Reconocido igualmente por algún Hermano Mayor del Jesús de las seis como Jefe de las Turbas de Cuenca y soy perteneciente al grupo histórico. 
Cuenca, Ciudad Patrimonio de la Humanidad, junto a la Declaración de su Semana Santa de  Interés Turístico Internacional,   presenta en estos días, un marco incomparable de sentimiento nazareno. Nuestra ciudad, Bautizada por muchos como la “Jerusalén de Castilla”.
Monumentalidad, arte, espíritu religioso y encanto en los paisajes, son factores incomparables de encuentro personal, reflexión y penitencia y, por supuesto elementos con los que pueden alegrar su espíritu, aquellos que nos visiten estos días.
Las procesiones, en su recorrer por las calles y plazas de la ciudad, son el auto sacramental callado, porque la voz humana tiene que enmudecer ante las escenas de la Pasión Divina.
Cada pueblo y cada localidad se identifican con sus procesiones que, absorbiendo el particularismo de las costumbres y tradiciones, vienen a ser claro exponente del carácter de su lugar y cada una lleva el sello de sus organizadores.
Para el forastero o visitante, tiene que comenzar la visión emocional cuando al llegar a Cuenca se sitúa en el primer plano de las viejas piedras, las torres, la mole catedralicia, sus hoces… esa perspectiva imponente ha de ser realmente conmovedora, cuando presenciando el desfile de nuestras procesiones llegue a poner la idea de la época actual y transportarse a un tiempo ideal, ni pasado, ni futuro… estático, por su grandiosidad perpetua. 
Es en la Plaza Mayor donde las procesiones conquenses, congregan a la más nutrida multitud. Realzando su marco incomparable, sucediéndose el desfile cronológico de los pasos, donde al amanecer o en la noche cerrada las procesiones pasan por sus casas legendarias, acogiendo el ideal trazado para la procesión, hasta hacer descanso a los pies de la Catedral. Prestando en valor de joya inapreciable a la entrada y salida de la manifestación de nuestra Semana Santa, de valor incalculable.
Cada procesión tiene su peculiaridad y su encanto especial, y en cada uno de sus desfiles existe su momento cumbre.
La ciudad toda, que en cualquier tiempo es asombro de turistas y forasteros, cobra en la Semana Santa valores inmensos, porque no puede hacerse cálculo de la belleza de estos ambientes, en los que se mueven los severos, fervorosos y emotivos desfiles procesionales de la Semana de Pasión conquense.
Todos estos ingredientes, a los que se unen el silencio y atención constituyen un ideal enmarque que produce profunda impresión a los que la contemplan por primera vez. 
Otra vez vuelve a repetirse la tradición idéntica que comprende el alba, la tarde y el crepúsculo del ayer, el hoy y el mañana. La tradición del tiempo que es otra procesión de raíces, ilusiones, compromiso y sentimiento con uno mismo, con el hermano… con Cristo Nuestro Señor y con su Madre.
Los nazarenos de Cuenca llevan sus pasos  a hombros, acompasados, serenos, poniendo en relieve al pueblo… porque en Cuenca, la Semana Santa no es motivo de diversión; sino de renuncia, penitencia y sacrificio.
Elogiable es en Cuenca el papel de la mujer nazarena. Gracias a su incorporación, los desfiles han ganado penitentes, hermanas de fila, mujeres que ostentan cargos dentro de sus Hermandades e incluso banceras… Cuenca vive su Semana Grande y gran parte es gracias a ellas.
De gran importancia es la inspiración de geniales tallistas  que plasmaron en la madera y dotaron con sus policromías de un realismo inigualable a nuestros pasos, donde el reflejo de los días de Pasión, llegan a lo más hondo  de nuestro espíritu.  
 
Los nazarenos empiezan a caminar el Domingo de Ramos, acompañan a Jesús entrando en Jerusalén a lomos de una borriquilla y a su Madre, Ntra. Sra.  de  la Esperanza.
 Un magnifico desfile, digno alarde de gloria al Señor. Recuerdo de aquella otra, por parte de los judíos, acompañando a Jesús por la ruta a Betania. La muchedumbre le seguía portando ramos de olivo, símbolo de paz, y palmas, símbolo de gloria.
El pueblo es propicio siempre a asistir a esta procesión. Inicio de caminar nazareno en nuestra tierra, donde la Banda de tambores y cornetas suena por nuestras calles y barrios, recogiendo a los niños en su recorrido hasta la Plaza Mayor, quedando el primer sabor penitente de la Semana que se avecina.
 
 
Procesión de la Vera Cruz… “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen” Parece exclamar el Santísimo Cristo de la Vera Cruz, cuando al anochecer del Lunes Santo camina por las calles de Cuenca a otorgar clemencia en la prisión de los humanos, prometiendo el regalo de la Gloria al arrepentido nazareno, que en procesión de penitencia y meditación le va acompañando.
 
Procesión del Perdón…“Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Si esto se cumpliera podríamos estar los nazarenos contentos con nuestro cumplimiento Semana Santero.  Son muchos los conquenses que participan, con la Hermandad de San Juan Bautista, muy querida en nuestra tierra. 
Es de agradecer el esfuerzo de algunos conquenses, con la fundación  de “El  Bautismo  de Nuestro. Señor”, entre otras,  es ejemplo de sacrificio nazareno para llenar nuestra Semana Santa de nuevas imágenes. 
Desfile vistoso es el que lleva María Magdalena, caminando con un lujoso paso, satisfacción que llena a sus banceros. Las lagrimas sinceras que la mujer pecadora derrama al paso del Cristo azotado, la redimen de todas sus faltas.
Jesús de Medinaceli, Señor de Peticiones  por sus hermanos y devotos, acompañándole multitud de nazarenos y de penitentes. Muchas veces me pregunto qué peticiones llevarán, solicitando trabajo, recuperación de enfermedades y de otros muchos problemas que me imagino y no puedo definir. 
María Santísima de la Esperanza, cierre del Martes Santo, belleza, majestuosidad y lucimiento… manos abiertas para que no nos falte fe, ilusión y confianza en nuestras convicciones religiosas, fruto de nuestros desfiles nazarenos.
Recuerdo cuando sonaban las sirenas en la fábrica de maderas a las 6 de la tarde, de Marcor S.A.,  Cubells e Hijos, la Compañía de maderas, Justo Fernández Sánchez, Cumasa S.A, Gascueña y Portilla, Raimundo Álvaro, etc.…  los trabajadores con sus carretillas y bicicletas acudían a sus casas, allí la mayoría tenían preparada su palancana de agua, su ropa y su túnica,… caminando rápidamente iban a sus iglesias para participar en las procesiones. Hombres curtidos por el trabajo diario, con el hombro hecho callo…  Capaces de portar junto con otros, los pasos de la Semana Santa. Éstos tuvieron mucha participación en aquellos años de reanudación de nuestros desfiles.
Procesión del Silencio… “Judas, ¿con un beso entregas al hijo del hombre?” ¡Ay hermano nazareno! Ya te lo decía yo. Cuando salga el silencio, puede ser tu perdición.
Primero va la Oración y detrás el Prendimiento, vaya procesión bonita y con tanto sentimiento. Yo te dije que no vengas, que no se puede aguantar la Plaza de San Esteban se encuentra a reventar, para ver “al silencio” que ya empieza a caminar.
¡Noche de olivos y de capuces blancos! Noche de luna llena y voluminosos pasos, donde se guarda la cronología de la Pasión. Recogiendo en el Salvador a Ntra. Sra. de la Amargura con San Juan Apóstol. 
Bajando están San Pedro Apóstol, La Negación y el Ecce Homo… caminan en procesión por la Calle de San Pedro.
 Sale la Santa Cena de la Madre de las Iglesias, iniciándose una de las procesiones más bellas que se puedan admirar. 
300 banceros, hijos de Cuenca portan las imágenes reflejadas. Siendo acompañados por miles de hermanos en su recorrido. 
Discurriendo con una unión digna de elogio, transportando al espectador al mismo Huerto de Getsemaní.
Procesión de “Paz y Caridad”… En estos días de pérdida de derechos y libertades, atentados y guerras, la palabra paz tiene un significado muy importante… ¡Qué decir de la palabra caridad! en años difíciles de crisis donde los hermanos debemos demostrar nuestra mano ancha, para socorrer a los necesitados.
Seamos hermanos compasivos y piadosos nos intima El Santísimo Cristo de las Misericordias, Presidente de la Archicofradía de Paz y Caridad.
Nazarenos y nazarenas que asuman sus cálices, por muy dolorosos que sean, como Jesús en la  Oración del Huerto.
 Confianza ante el dolor, sufrimiento… Jesús Amarrado a la Columna, lección de soportar el dolor físico, de aguantar hasta el final. Amarrado con la espalda flagelada, doblado sobre la columna del martirio.
Nuestro Padre Jesús con la Caña, símbolo de renuncia, resignación… somos testigos de la degradación…  Ecce Homo de San Gil, en tu rostro se percibe que el fin se avecina. 
Ntro. Padre Caído y la Verónica y Auxilio de Ntro. Señor, manifestación, avance y descubrir de la Cruz.
  Jesús del Puente, Señor del Jueves Santo… ayuda a tus fieles con sus cruces del día a día, con sus calvarios particulares. Que en “Tu Cruz” encuentren el consuelo  y reconforte.
 Ntra. Sra. de la Soledad del Puente que separa la vida de la eternidad. Ayúdanos a cruzar ese puente con paso firme, con respeto y fidelidad. 
Procesión que en su caminar realiza el recorrido más largo de nuestra Semana Santa, cruzando los ríos Júcar y Huécar, en dos ocasiones, para bendecir las aguas de esta honrada tierra.
 
Procesión “Camino del Calvario” Nuestro Padre Jesús Nazareno de El Salvador y Jesús Caído y la Verónica. La aguda nota de un clarín rasga el silencio en la noche sosegada y avanzan los nazarenos con sus túnicas moradas. Primera oración del turbo en la madrugada. Sentimiento puro e irrepetible donde el bancero se trastabillea sin coger el paso hasta que suena el sonido del ronco tambor. 
Es la madrugada  del Viernes, en la que se consumará la gran tragedia del Gólgota. Después de una noche indescriptible, de propios y extraños, en espera del nazareno que sobrecoge y emociona por su realismo maravilloso, constituyendo uno de los momentos culminantes de nuestra Semana Santa conquense.
Turbos, los minutos de espera les parecen horas, hasta que se abren las puertas del Salvador, para llevar al reo a la cruz. Ya en la calle, el tiempo corre demasiado deprisa.
La inmensa multitud, expectante y silenciosa, pendiente del sonido de tambores destemplados y clarines con sentimiento, definen este caminar en la madrugada del Viernes Santo.
La sobriedad castellana, la del equilibrio y la gravedad, patentiza su austeridad y su fe inmensa desde su tradición centenaria.
Los sonidos son lamento, sin duda; también oración para los fieles. El tambor silencia bocas y ecos, con su ronco estruendo. ¡Es una música que sube al cielo! 
Indica que el sonido del tambor es oración y que es capaz de establecer un contacto con lo divino, como si fuera la escalera de Jacob, en la que los nazarenos corresponden con el silencio. Son la oración mental y el sacrificio ordenado.
 
El turbo se sumerge en un tránsito hacia lo Sagrado y para ello es necesario el vestido del rito, sin el cual entre otros elementos no es posible acceder al Salvador, carece de sentido, de significado y trascendencia para la humanidad doliente, para ellos ser licito el perdón de Dios, porque han sabido, saben y sabrán interpretar su papel en el Camino.
Y permanecerán despiertos durante toda la noche, porque es necesario velar. Los turbos de Cuenca, son  igualmente caóticos, ante la figura procesional del Cristo que va a ser Crucificado, Nuestro Padre Jesús de las Seis.
Los turbos también retroceden vencidos por las fuerzas del bien, los banceros y el Nazareno de Cuenca, se abren camino entre la masa de humanos, de tambores destemplados, emitiendo estridentes notas a través de sus clarines, su derrota es inevitable.  
¡Apóstol amado! San Juan… guapo, elegante y fiel,  imposible consolar a María en su irremediable Soledad, San Juan, el que nunca decepciona a la turba, ni en los años más difíciles para todos. 
Mucha Hermandad la que mantiene sus tradiciones, conservando sus costumbres como años añejos, orgullosos pueden sentirse sus hermanos. 
El Encuentro de Jesús y la Virgen Camino al Calvario, doloroso, intenso y triste.
Detrás Ntra. Señora, Soledad de San Agustín, solo el sonido de los yunques y martillos podrá calmar el dolor horrible de una Madre que sabe que su Hijo va a morir. La Virgen debajo del palio va llorando su Soledad.
Viernes “En el Calvario”… La Cruz ya no es soportada, es puntal,  es el centro del desfile y los nazarenos y espectadores deben de reconocerse en ella. Ocho Cristos constituyen la Procesión en el Calvario… procesión multicolor… de tiempo caprichoso, porque la Hora Nona se acerca… Duelen  los clavos en las manos y en los pies del Santísimo Cristo del Perdón. 
Majestuoso, antiquísimo y solemne Cristo de Marfil. 
Hundida ya está la Cruz en el Monte Calvario, cara de sufrimiento y encogimiento presenta el  Santísimo Cristo de la Agonía.
Longinos clava  la Lanza en el costado de Cristo… llega la Hora… ¡Cristo ha Muerto! Ante el  Santísimo Cristo de la Luz, reconozco en el reflejo de sus espejos que “en verdad aquel hombre es el Hijo de Dios” 
 Escalera infinita para descolgar al Santísimo Cristo de la Salud, dolor infinito, soledad y tristeza.
 Descendido, se ha cumplido todo lo predicho… 
La madre sola sostiene a su Hijo, Ntra. Sra. De las Angustias. Piedad, devoción y petición… filas nazarenas no te dejan sola Madre, sufren contigo hasta el final. 
Santo Entierro…  Avanza la Cruz desnuda de Jerusalén, Cuenca está de luto y el silencio inunda sus calles. Cristo yacente, es acompañado por los nazarenos desde el Gólgota al Santo Sepulcro. Sufrimiento que desemboca en la sepultura, en un entierro en el que la ciudad, prueba a hacer justicia para los últimos pasos de aquel que da la vida. Y al final con su mirada firme, la Madre sigue al Hijo, Señora de Soledad y de la Cruz, deja que tus nazarenos sean tu consuelo y te recuerden.
De Gracia y  Esperanza se llena la procesión del Domingo de Resurrección, con su ceremonia solemne “del Encuentro”. Es espectáculo inolvidable de colorido y belleza. Nuestro Señor Resucitado se encuentra con su Madre, María Santísima del Amparo. Siendo el colofón magnifico de todo el conjunto conquense.
En Cuenca siempre cierra el desfile la Madre,  Virgen desolada, con lágrimas doloridas que siembran con su presencia de Reina, el camino de su Hijo hacia el Calvario. Son todas ellas fuente de luz delirante de Esperanza. Es la Madre de Dios, en sus distintas advocaciones, y Ella va recogiendo el aliento de todo un pueblo que la adora y se desborda por sus calles. 
La fe y el arte, se han manifestado durante 8 días con esa esplendidez y es recogimiento que solo en Cuenca pueden darse juntos y armoniosos.
No podía dejar de mencionar a todas y cada una de las personas que con su aportación hacen que esta Semana de Pasión, sea posible: 
Hermano de fila o acompañamiento: principio y fin del caminar  de un nazareno…Donde se inicia y donde termina su ilusión. Largas horas de lentos pasos entre la sombra y el silencio del día y de la noche. Todo es alma nazarena, cuanto tiempo para recordar a los que ya no están. 
Yo conocí a un nazareno que estando ingresado en el hospital, con una enfermedad terminal, llegados los días de Semana Santa, le pidió al médico el alta voluntaria. Este no se la quería dar, pero al final se la concedió, preguntándole el médico, por qué lo hacía. El contestó: “quiero despedirme de mis Hermandades”. Pasados estos días, falleció.
Otro hermano que no tenia familia, estando también ingresado en el hospital, no recibió nunca visitas, y prometió que mientras viviese visitaría todos los días, todas las habitaciones del hospital. Ofreciéndose para realizar encargos, recados y para dejares siempre una estampa de su Hermandad.
Cuando el guión aparece en tardes nazarenas, está diciendo: “aquí llega mi Hermandad”. El que asiste a celebraciones, a funciones… despedidas eternas de hermanos que nos dejan, que pasan a otras procesiones sin cuestas y rodeados de sus antepasados. 
Hermano bancero: flor de mi primavera, orgullo de hijo de Cuenca. Caminando erguido como una vela, andando con chulería por lo que encima lleva. Lamiendo en el caminar con sus suelas, el camino de penitencia.  Palo al hombro y fe ciega…de portar a sus pasos por sus calles y plazuelas. 
Sentimiento y pasión, que cada uno lleva, cuando el hombro se calienta y da la almohadilla media vuelta, entonces ya va sintiendo que es mucho lo que le queda y empiezan los calambres en los brazos y en las piernas. Pero siempre hay un hermano que te anima y te dice: “¡qué poco nos queda!”. 
Y si tocan una marcha que al corazón te llega, sacas fuerzas de flaqueza y al mismo cielo se eleva. Caminando despacito como al capataz le llena… ¡qué bonito señores, cuando a su Iglesia llega!” que sentido de emociones. En este momento surge el… ¡viva! 
Ningún bancero se cambiaría por nadie en este mundo y dice: “Cumplido esta por mi parte, salud para el año que viene”.
 
Capataz: nazareno de primera ley, como el oro de 24 quilates. Responsable de sus banceros, del caminar de su paso, de levantar el ánimo con sus palabras, de saber cuándo se para y cuando se arranca, de centrar la imagen, de conocer las marchas procesionales… y cuando se adelanta 20 metros y con un ligero movimiento del capuz ordena a la distancia lo que se tiene que hacer… ¡qué deleite nazareno y aire fastuoso!
Hermano mayor: su propio nombre lo indica. Primero en la familia… en este caso nazarena, donde se le tiene que guardar el máximo respeto y cariño por lo que representa dentro de su propia Hermandad.
Turbo: pasión de pasiones, aquel que guarda, respeta y conserva sus tradiciones. El que le llega a lo más profundo de su ser, el que vive la carrera como si fuese lo último, con los dedos empezados de tocar su ronco tambor, y el que agota la fuerza de sus pulmones con sus clarinás para el Señor y para su gozo  interior; el que respeta al compañero. 
 
Turbero: el que desconoce todo lo anterior. 
 
Nazareno cunero: nacido de las raíces nazarenas de familia, los que conservan y guardan lo aprendido, porque ellos han bebido agua de manantial, y las de rio les sabe mal. Reflexión de sentimiento. 
 
Músico: los que viven la Semana Santa acompañando con sus marchas nazarenas las adversidades del tiempo, elevando el espíritu de los participantes y de los espectadores.
Banda de tambores y cornetas: muchas son las bandas de tambores y cornetas que he conocido: la Falange y de la Jons, la de la Cruzada Eucarística, la de la Guardia Civil, la de Regimiento de Pavia, la de la Infantería de Toledo, el Grupo Tormo y la de la Junta de Cofradías actualmente… Este año estrenan uniformidad, signo de identidad. Orgullo para Cuenca, poder tener una banda propia, que abra el cortejo y proclame la gloria y esplendor de Cristo. Un trabajo impagable, de agradecer y reconocer.
Admirable también es observar cuánta devoción y trabajo hay detrás de nuestros desfiles. Incontables las personas que veneran, ayudan y trabajan altruistamente para que durante todo el año los titulares de cada Hermandad, estén perfectos y dignos. 
Camareras y mayordomos que con delicadeza y con gran cariño cuidan de las imágenes; es de aplaudir la artesanía que conlleva aquellas imágenes que son  de vestir… maravillosos y hermosísimos mantos, que acogen y dan calor a los conquenses y visitantes, las frías noches de desfiles nazarenos. 
Quiero aprovechar esta noche, Viernes de Dolores, ayudándome a través de unas fotografías, para explicarles como un nazareno conquense se curte de tradición, como bebe la pasión nazarena desde la cuna.
 El Señor tuvo a bien que yo naciera en una familia que aportó, participó, vivió y vive la Semana Santa con gran fervor, y celebra la Pascua con la alegría y gozo, pues Jesús el Nazareno, retorna de la muerte victorioso. 
 
(FOTO 1 BISABUELO)
Aquí os presento, una ligera referencia de parte de mi familia, mi bisabuelo Bernabé Aguilar. Guión del San Juan Evangelista, esta foto es de 1902.
Él, fue fundador,  con otros nazarenos de la Venerable Hermandad del Santísimo Cristo del Perdón (la Exaltación), inspirada bajo la Advocación del Santísimo Cristo del Amparo.
 Organizador, posteriormente de las Turbas de Cuenca, nombrado por D. José Cobo, como Jefe de Turbas siendo el encargado del control del grupo, aunque nunca participó como turbo. 
 
(FOTO 2 ABUELO)
Muestra esta segunda foto a mi abuelo,  Dámaso Aguilar Briz, nazareno que guardó y respetó  lo aprendido.  Junto con parte de su familia, participó en las Turbas durante muchos años, participando durante los años veinte y posteriores. 
 
(FOTO 3 TIO ANTONIO)
 Mi Tío, Antonio Aguilar Galdrán, hermano de mi padre. Nazareno que portaba el guión de Ntra. Sra. la Soledad de San Agustín, a cara descubierta, cubría su cabeza con una bilbaína terciada, que hoy todavía se recuerda. Hombre que seguirá portando con garbo el guión de la procesión que no tiene cuestas. Fundador con otros de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús de Medinaceli. Un nazareno que vivía el desfile como si fuese lo último. Transmitiendo la importancia de procesionar con respeto, obediencia y cumplimiento.
 
(FOTO 4 PADRE)
 Esta fotografía es de mis años chicos, en ella aparezco con mi padre José Aguilar Galdrán, con túnica del Jesús del Puente, Millán vistiendo del Prendimiento y mi primo Paco Aguilar, con túnica del San Juan Bautista. Al fondo, el guión de la Hermandad.  Todos con raíces nazarenas de familia. Obligados a atesorar y guardar lo aprendido. 
 
(FOTO 5 HERMANO)
Por último,  aquí ven a mi hermano, Dámaso Aguilar Torralba, portando el guión de Ntro. Padre Jesús Nazareno del Salvador.  Al fondo se me puede ver como bancero.  Guiones portados en tiempos diferentes y en Hermandades distintas de la Procesión Camino del Calvario.
 
Y cuando el guión de mi Hermandad,
airoso y flotante hondea
luciendo vistosas galas
que de tu abolengo ostenta,
sus pliegues miro orgulloso
que allí van en santa nobleza de nazarenos de Cuenca.
Timbres que tus hijos llevan
¡Oh, con que gozo recuerdo las peregrinas escenas
de aquellos felices tiempos de animada adolescencia!
¿Dónde están mis nazarenos,
que en volandas santos llevan?
Recorriendo con sentimiento tus calles y plazuelas.
Cuando el vibrar de tus horquillas,
con sus ecos hasta mi llegan
oigo el sonido de las bandas
y las voces del miserere que se canta en mi Cuenca.
Al toque del capataz el paso se eleva
y escucho esas marchas que tanto a mi me alegran.
Y  aunque de lejos te miro
y solo te ofrezca penas
no me olvides Cuenca mía,
déjame francas tus puertas.
Y si no hay fuerza en mi brazo
y el hombro me flaquea,
aún hay en mis venas sangre
y tuya es la que me queda.
Queda calor en mi pecho
y por ti, mi pecho alienta
que hay hierro en mi voluntad
y en mi corazón nobleza.
Juventud en el alma
y en el cielo providencia.
¡Oh, si el agobiado cuerpo
alas al deseo diera!
Volar a ti Cuenca mía,
como el pensamiento vuela.
A ti, con mis ilusiones,
ya como mi madre, muertas.
A ti, con mis amarguras,
mis angustias y mis penas.
A ti, iré tierra amada…
el que es tierra, de tu tierra.
 
Sólo queda que vestidos con las túnicas de nuestras hermandades seamos verdaderamente hermanos y vivamos conforme al ejemplo de Jesús no hoy, ni mañana, ni pasado, sino durante todo el año.
Que cada uno de nosotros vivamos la Semana Santa como ha de vivirse. 
Espero que mis palabras esta noche os hayan servido para adentrarnos en la Semana Santa que hoy os anuncio.
 
Muchas gracias y buenas noches.
 
 
José Aguilar Torralba.