Empresas que se resisten a crecer

S. Ibáñez (SPC)
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No están asentadas en el país de Nunca Jamás, pero se niegan a hacerse mayores. Muchas compañías sacrifican los grandes beneficios a cambio de una mayor seguridad

 
El mundo mágico que describe el escocés J. M. Barrie en Peter Pan se desarrolla en el país de Nunca Jamás. Esta novela fantástica, protagonizada por un niño que no quiere crecer, tiene como escenario el interior de un estrella poblada de piratas, animales, indios, sirenas, hadas, monos saltando de palmera en palmera y niños a los que no les gusta el mundo de los adultos. Este cuento maravilloso, que conecta con los deseos más profundos de la infancia, también se puede trasladar a la vida empresarial. 
Yes que administrar un almacén no es lo mismo que dirigir una cadena de ellos. Las informalidades que se permiten en un negocio pequeño o mediano no se pueden mantener si se busca un crecimiento sostenido. Las  compañías lo saben y por ello muchas se resisten a dar ese paso.
Evidentemente, una de las primeras lecciones que se enseñan en Economía es que no crecer es decrecer, lo que viene a ser la coartada perfecta para apostar por el desarrollismo, la sociedad de consumo y la creación de un soporte financiero adecuado para todo ello. Pero frente a esta tónica general, hay empresas que no quieren hacerse mayores. Y son muchas. 
Para los que son ajenos al mundo empresarial la idea de relacionar el emprendimiento con la historia de un niño que lucha por no ser adulto puede parecer descabellada. En principio no tiene nada que ver con aquellos que apuestan por el decrecimiento como forma de superar la crisis actual. Entonces, es lógico preguntarse, ¿por qué una empresa no quiere prosperar?
Y es que, por un lado, agrandarse puede resultar complicado. A medida que se crece el gasto aumenta. Hay más capital circulante que hay que financiar, mayores necesidades de inversiones productivas, más riesgo y menos control. Y muchos emprendedores no están dispuestos a asumir tales contrapartidas, prefieren un entorno más manejable, algo que entienden como más seguro, aunque no sea necesariamente cierto.
Se diría que estas firmas tienen el síndrome de Peter Pan. Se niegan a crecer debido a que no les agrada ese mundo adulto, se sienten mucho más a gusto en la zona del confort. 
No están constituidas en el país de Nunca Jamás, sino que son frecuentes en España. Más allá de lo que se pueda pensar, son muchos los motivos que las llevan a estancarse en ciertos parámetros. 
Un mayor desembolso frena a numerosas industrias, ya que para acometer unos gastos superiores suben las necesidades de financiación y, para unos ingresos extra, es imprescindible abrirse a socios y bancos. 
Evidentemente, esto significa perder control sobre la compañía y asumir más riesgo, por lo que es comprensible que más de uno prefiera mantener las comodidades de una firma pequeña, no asumir riesgos innecesarios y mantenerlo todo bajo control. También hay otras que se resisten por las implicaciones fiscales que conllevan. Hasta 2016, el Impuesto de Sociedades se incrementaba del 25 al 30% a partir de 10 millones de facturación. Sin embargo, pagar un mayor Impuesto de Sociedades no es ahora impedimento al crecimiento, ya que desde este año se ha generalizado el tipo aplicable del 25% tanto para pymes como grandes empresas.
 
Ventas ocultas. No obstante, también hay compañías que ocultan parte de sus ventas con el objetivo de no declarar beneficios y favorecerse de las ventajas fiscales que esto conlleva. «Una situación que se corroborará próximamente cuando se publique que una empresa que ha dado pérdidas casi toda la vida aparezca en el marco de la filtración de los papeles de Panamá», revela el secretario general de Geshta, José María Mollinedo.
 «Esto es un ejemplo que visualiza una realidad del país, las corporaciones ocultan ventas aunque tengan empresas offshore con las que tributan al 0% en un paraíso fiscal», subraya. 
«No es que se paguen más impuestos, pero aumenta la gestión administrativa, por lo que se incrementa el gasto para afrontar los mismos gravámenes. 
A pesar de ello, son pocas las personas que entienden que existan compañías que se nieguen a crecer.