Germán Saiz descubre los secretos de los escudos del casco

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La ciudad engloba muchos elementos arquitectónicos procedentes de otros lugares de la geografía provincial

Germán Saiz descubre los secretos de los escudos del casco

Germán Saiz Santos es un historiador que aunque no ejerza su profesión de forma continua sigue experimentando una especial devoción por la historia, y como no podía ser de otras forma de la de su propia ciudad. 
Su familia, que siempre había vivido en la Calle de San Pedro le comenzó a informar de la procedencia provincial de algunos escudos que adornaban la calle camuflándose en el paisaje urbano de la ciudad, «he decidido hacer ésto proque me parece interesante, en ocasiones se escucha a guías de la ciudad confundir algunos de estos escudos y atribuir edificios a familias o cargos que son falsos», comenta, para La Tribuna de Cuenca, German Saiz.
Según Saiz no son pocos los elementos arquitectónicos que podemos encontrar por las calles del casco antiguo de Cuenca procedentes de otros lugares de la geografía provincial, y que han logrado integrarse en el paisaje urbano de tal manera que pueden llegar a parecer originales para un observador no avisado: rejas, escudos, portadas de edificios religiosos.
Germán Saiz expone ante La Tribuna de Cuenca cuatro ejemplos de notables elementos originarios de edificios desaparecidos total o parcialmente en pueblos de nuestra provincia, «y que hoy enriquecen el patrimonio local de la ciudad de Cuenca a expensas de su origen ajeno, como por otra parte ha ocurrido en tantas ocasiones y en tantos lugares del mundo en los que se ha reaprovechado lo ya existente en lugares distintos a los primigenios. Todos coinciden en que se instalaron en su ubicación actual en los últimos años del pasado siglo XX, por lo que muchas personas todavía recuerdan estos lugares sin que contaran con su presencia».
 
Busqueda provincial. Una de los escudos que resalta Germán Saiz es el de la Portada de vivienda en la calle San Pedro en el número 11. Explica Saiz que «lo que podría parecer un edificio religioso más de nuestra ciudad no es tal, ni nunca lo ha sido en su ubicación actual. La portada que encontramos en el número 11 de la calle San Pedro, en realidad procede de un edificio de la localidad alcarreña de Valdeolivas: el Convento de Carmelitas o del Carmen Calzado. En 1964, el arquitecto diocesano dictamina la demolición de parte de la Iglesia Parroquial de Valdeolivas, en estado semirruinoso. Para reconstruir la parte dañada se emplearán materiales procedentes del cercano Convento de Carmelitas, situado a las afueras de la localidad, que se hallaba asimismo en situación muy precaria. Estos materiales fueron ofrecidos por los entonces propietarios del convento al Obispado, quien utilizó la portada para pagar al arquitecto, el cual la instaló en esta vivienda de la calle San Pedro de Cuenca, donde la podemos encontrar en la actualidad. En el número 5 de la revista Plaza Nueva, de marzo de 2007, editada por la Asociación Aproval de Valdeolivas, encontramos un interesante reportaje que nos relata estos hechos e incluye un texto sobre el desaparecido convento».
German Saiz en su estudio resalta la portada del Colegio de Arquitectos, situado en el Paseo del Huécar, enfrente del Auditorio, procede del desaparecido Convento de Franciscanos de Valera de Abajo, ubicado en el número 8 de la calle Convento de dicha localidad, en cuyo lugar se levanta ahora una vivienda particular.
Otro de los marcos que resalta este conquense es el de la Portada de las denominadas Casas del rey en la Plaza de Ronda. «Procede del Palacio de los señores de Villarejo de la Peñuela, situado en esta localidad de la Alcarria conquense, del que todavía quedan vestigios. 
Dimas Pérez Ramírez publicó un artículo muy completo sobre el Palacio y sus dueños en el número 13 de la revista Cuenca en 1978, editada por la Diputación Provincial, en el que aparecen fotos de esta portada antes de su traslado. En este artículo se data su construcción entre 1577 y 1598, y detalla cómo el último propietario de sus ruinas, el duque del Infantado, cedió la portada renacentista para que fuera colocada en la ampliación del Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Finalmente declara que, aunque resulte triste su final, es el mejor que se le pudiera haber dado, vista la amenaza de ruina total que le acechaba», explica Germán Saiz.
«Al igual que la portada renacentista de Villarejo de la Peñuela, probablemente el traslado a su ubicación actual le salvara de su desaparición. Actualmente da carácter a una humilde calle sin otros edificios históricos notables, pero situada en un rincón de gran belleza entre el Río Huécar y el inicio del ascenso a la Parte Alta de la ciudad», explica el historiador sobre esa construción.
Por último señala el escudo en la calle San Pedro, situado en el número 56, casi al final de la calle San Pedro, «es un escudo grande, llamativo, desproporcionado para las características modestas del edificio que lo acoge, y muy historiado. El alfiz, que desgraciadamente perdió su ménsula izquierda al ser golpeada por un vehículo hacia el año 2010, le da aún más prestancia. Procede del Convento del Rosal, en Priego. El convento fue fundado por don Hurtado de Mendoza en 1525, hijo tercero de don Pedro Carrillo de Mendoza, II Conde de Priego, con el objeto de que albergara sus restos mortales. El libro Puerta del cielo, de Arturo Culebras Mayordomo, en su página 139 y sucesivas, reproduce completa la carta de fundación del convento, en la que D. Hurtado de Mendoza dispuso que las monjas que lo ocuparan no podrían ser cualesquiera, sino que deberían proceder exclusivamente de su familia y linajes allegados. Era un convento ‘privado’, por así decirlo», explica Saiz.
Sobre la procedencia del escudo Saiz concreta, «la complejidad del escudo, con profusión de cuarteles y escudetes en su bordura, se debe precisamente a que quiere integrar todos sus linajes familiares: padres, abuelos y bisabuelos. En los cuarteles o zonas del escudo central se encuentran los Mendoza, los Carrillo, los Quiñones, los Acuña y los Pereira o Albergaria. Los escudetes de la bordura hablan de los Ayala, los Manuel de Murcia, tal vez los Guzmán, los Sotomayor, los Toledo y quizá los Jérica».
Un resumen de la ciudad de Cuenca desde la visión  de un historiador preocupado por la procedencia del patrimonio de su ciudad. «En fin, sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que el pasear por las calles de la Cuenca antigua es caminar por un museo al aire libre, donde no sólo nos podemos empapar de la historia de la ciudad, sino también de la de toda la provincia», concluye German Saiz.