La ultraderecha se prepara para el asalto a Europa

M.R.Y. (SPC)
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Los partidos extremistas, semejantes en sus discursos populistas, xenófobos y contrarios a la UE, buscan iniciar una «revolución» tras la cita de mayo que acabe con el actual bloque comunitario

Si por algo estuvieron marcadas las elecciones europeas de mayo de 2014 fue por el auge de las formaciones de extrema derecha. Partidos como el Frente Nacional de la francesa Marine Le Pen, La Liga del italiano Matteo Salvini o el UKIP del británico Nigel Farage se hicieron hueco en el corazón de la UE, a pesar de abanderar, precisamente, el euroescepticismo. Aprovecharon sus escaños del Parlamento de Estrasburgo como altavoces de unos discursos xenófobos y populistas que después repitieron en sus respectivos países, con suerte desigual. Ahora, cuando faltan siete meses para que se celebre una nueva cita con las urnas en el bloque comunitario, las alarmas vuelven a sonar: la ultraderecha es una tendencia al alza y se encuentra ya en seis Gobiernos del bloque y 19 Parlamentos de Estados miembro.

Conscientes de que sus apoyos están creciendo, los líderes de estas formaciones radicales y antisistema planean unir sus fuerzas a nivel continental, precisamente, para luchar contra su enemigo común, instalado en Bruselas, y forjar un movimiento antieuropeo y nacionalista propuesto por el exasesor de Donald Trump, el estadounidense Steve Bannon, que signifique «una revolución».

Los primeros en dar el paso fueron Salvini y Le Pen, quienes apelan a ese denominado «frente de la libertad» que emergerá tras los comicios de mayo gracias a la integración de los representantes de los diferentes grupos extremistas que salgan elegidos en las urnas. Cada partido se presentará por su cuenta en sus respectivos países y, después, aunarán sus esfuerzos para plantar cara a una «UE que ha pisoteado los valores de la solidaridad», según el italiano. «Estamos aquí para dar sentido y alma a un seño de Europa que los burócratas han vaciado», agregó. «Somos 27 y diferentes; tenemos historias, economías, culturas y exigencias distintas. Pretender decidir todo desde Bruselas por los 27 es una locura. Nuestra Europa será más respetuosa con las peculiaridades de cada uno», zanjó.