"Hay que reivindicar el agua de nuestro Júcar"

Jonatan López
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El director general de la Agencia del Agua en Castilla-La Mancha, Antonio Luengo Rodríguez, repasa la actualidad hídrica en la provincia, la continuidad de los trasvases hacia el Levante y Murcia, o el estado del Júcar

"Hay que reivindicar el agua de nuestro Júcar" - Foto: Reyes MartÁ­nez

Luengo, alcalde de Villalba delRey desde 2011 y expresidente de la asociación de municipios ribereños, cree que la situación se puede reconducir con el nuevo periodo de planificación hidrológica «que se acaba de abrir» y entrará en funcionamiento a partir de 2022. Así, asegura que se está convocando a todos los agentes sociales, regantes, sindicatos, ecologistas y municipios de Castilla-La Mancha para que trabajen juntos por un consenso en materia de agua.

¿Cuál es su balance en estos años al frente de la Agencia del Agua?

El balance es positivo por varias cuestiones importantes. En esta legislatura se ha puesto de nuevo a la sociedad de cara al mantenimiento de su sistema hídrico. No hablo sólo del trasvase, sino de los espacios húmedos en La Mancha, la situación del agua en el Júcar, o los problemas de la Sierra del Segura. Es decir, hay toda una serie de problemáticas del agua que han aparecido en la sociedad. Luego, hay dos cuestiones importantes que tienen que ver con el ciclo integral del agua. Desde la Agencia del Agua, en abastecimiento e infraestructuras, hemos hecho un trabajo importante para un abastecimiento que creemos que hoy está garantizado a toda la población. Nos faltaría un paso siguiente que es mejorar la calidad, que ya se ha hecho bastante, y poner en valor una cuestión importante, el proceso de depuración. El agua que consumimos debemos depurarla porque si no estamos contaminando y deteriorando nuestro medio ambiente y los propios usos posteriores del agua. 

¿Cuál es la situación de las diferentes cuencas hidrográficas en la provincia conquense?

Se habla mucho del Tajo pero, últimamente, las transferencias que hace el Júcar son enormes. Me preocupa mucho porque, al final, en la planificación hidrográfica, el Júcar se metió como una demarcación con Turia, Vinalopó, Palancia, incluso cuencas intracomunitarias valencianas, y eso ha servido para estar sacando constantemente agua sin que parezca un trasvase. De hecho, se han hecho transferencias de más de 300 hectómetros anuales, por encima del trasvase Tajo-Segura, y aquí parece que no pasa nada. El Júcar tiene, en la zona sur de Cuenca y en el norte de Albacete, una situación medioambiental exquisita. Puede suponer un importante aldabón para el desarrollo económico y social de toda la zona sur. Existe un problema que hay que tratar de resolver y es que, por un lado, hay hasta 25 hectómetros cúbicos del Júcar para Cuenca, que hay que tratar de utilizar para el mejor desarrollo de la zona sur. Se están haciendo iniciativas, caso de Iniesta, y lo que se llamó los regadíos de abastecimiento de El Picazo se han abandonado. Es un error, porque podría ser importantísimo para el desarrollo de toda la zona de la Manchuela. Por otra parte, Cuenca capital tiene que vivir cerca del río. El Júcar se debe convertir en lo que siempre fue, un espectáculo medioambiental y estético. Desde un punto de vista socioeconómico, pienso que el turismo que viene a Cuenca está localizado en Madrid o en Valencia, pero si no somos capaces de dar otras alternativas que la estética, que Cuenca ya la tiene de por sí, las pernoctaciones seguirán sin corresponderse con el turismo diario. Con lo cual habría que promocionar actividades lúdicas y de todo tipo en torno al río.

Agua para agricultura y abastecimiento al Segura pero tenemos un grave problema en Castilla-La Mancha con el regadío. ¿Qué está promoviendo el Gobierno regional para tratar de satisfacer las necesidades de los regantes?

Salvo el problema del Alto Guadiana, donde existe un plan especial para poder dar agua a toda la demanda, que no se está cumpliendo, se han regularizado toda una serie de expedientes que estaban en trámite. Hay que tener en cuenta dos cuestiones. En el Guadiana hay que crear un centro de intercambio de derechos que sirva para los jóvenes y para los agricultores prioritarios, y no sea un centro especulativo de agua sino de agricultura social. En segundo lugar, hay que reivindicar el agua de nuestro Júcar. Al final, la demanda de los ríos valencianos, del Levante, va a significar restricciones en la zona de Cuenca y Albacete. 

Sobre el trasvase, hay quien dice que lo mejor que hizo Cospedal al frente del Ejecutivo autonómico fue establecer la línea de protección de los 400 hectómetros cúbicos en la cabecera del Tajo. ¿Fue así?

Es curioso que digan eso. El informe hidrográfico que hace un técnico del Ministerio, Francisco Cabezas, dice que la gestión de los embalses de cabecera de Entrepeñas y Buendía sólo podría ser posible para satisfacer las necesidades del río con 800 hectómetros. Establecer una línea por debajo es una falacia. Se ha demostrado porque, incluso con el memorándum, se ha estado trasvasando por debajo de 400 hectómetros. El esquema del trasvase está montado sobre una cuestión que se ha demostrado que es falsa. El Real Decreto, que establece una serie de parámetros para ver cuáles son las necesidades del río y de los trasvases, tiene una serie de conceptos que son erróneos. Por lo tanto, no sirve la regla de explotación. Desde luego, cualquiera que se acerque a la cabecera puede ver que nos encontramos en una situación de vacío hidrológico, sobre todo más agravada en Buendía que en Entrepeñas. Sin la hipoteca del trasvase, el Tajo es un río con debilidades hídricas, pero con el trasvase es un río hipotecado. El agua que va desde a Bolarque a Almoguera es siempre la misma, una tubería, un río medioambientalmente insostenible.  

Durante la legislatura de Rajoy, usted declaró que para aquel gobierno era más fácil seguir satisfaciendo las necesidades de Murcia, un vivero de votos, que las que se tienen en la cabecera del Tajo. ¿Cree que los cerca de 100 hectómetros cúbicos que ha aprobado el Gobierno de Sánchez atienden a las mismas razones?

Está claro que el trasvase va a Murcia, Alicante y Almería, y esa zona electoral y económicamente es importante. Es decir, hay un lobby, el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, Scrats, que es capaz de torcer  el brazo al Gobierno. De hecho, en una de las reuniones de la Comisión central de explotación del trasvase, un funcionario del Ministerio se quejó por escrito y dijo que el Scrats les amenazaba.

La Agencia del Agua estima que la compensación económica por el trasvase, si se hubiesen aplicado correctamente las tarifas desde 1986, ascendería a 106 millones de euros. ¿Por qué no se ha pagado esa cantidad a Castilla-La Mancha? 

No sólo no han dejado de pagar esos 106 millones de euros, si no que no tenemos en cuenta los factores medioambientales, las infraestructuras de los propios embalses y otros factores que se podían incluir. Desde el Gobierno Central, de una forma u otra, se tiene que compensar a la región por ese dinero, en cuestiones hídricas y en desarrollo, en las zonas más damnificadas como la cabecera del Tajo o el Tajo medio. Esos 106 millones son tarifas de agua que no se cobraron a los regantes del trasvase.

El Levante paga por cada litro de agua que se trasvasa 0,09 euros por metro cúbico para regantes y 0,14 para abastecimiento. ¿No le parece que es un precio económico y a revisar tras muchos años?

Se revisan, pero siempre son precios claramente bonificados  que no se corresponden con la realidad del coste ni de la infraestructura ni con su amortización. Esa es la trampa, como el agua está bonificada y se envían los hectómetros a demanda, no se están utilizando otros recursos que tiene el país como la desalación porque se piensa que es más cara, pero lo es porque se está bonificando, no porque lo sea objetivamente. 

Diversos partidos políticos, caso del PP, han solicitado la dimisión del presidente del Gobierno regional por ser «el más trasvasista de la historia». ¿Es el agua un arma arrojadiza que se emplea en política?

El agua es una cosa que tenemos que tener clara en esta región todo el mundo, independientemente de la situación política en la que se encuentre. No estamos defendiendo una posición política, sino la viabilidad socioeconómica de Castilla-La Mancha y de nuestra gente. Cada uno puede decir lo que quiera, pero la realidad es que el Gobierno de Pedro Sánchez ha seguido haciendo trasvases y hemos seguido recurriéndolos. Creo que Emiliano García-Page lo dijo claro, que daba igual quien estuviese en el gobierno, que Castilla-La Mancha está por encima de cualquier partido político. Tenemos claro que el Gobierno no es nadie sin la población y, por lo tanto, hay que apoyar lo que los ciudadanos quieren, que no haya trasvases y que exista agua en Castilla-La Mancha para el desarrollo medioambiental y el regadío. Todo eso está por encima de quien esté en el Gobierno de Madrid. 

Se habla recurrentemente que la solución para evitar más trasvases sería poner en marcha definitivamente las desaladoras. ¿Por qué no se ha hecho hasta ahora? 

No se entiende mucho que se hiciesen grandes infraestructuras de desalación y no se hayan puesto en funcionamiento, algunas de ellas nunca. Esa es la solución. Se achaca al precio, a que el agua de desalación lleva Boro, a múltiples cuestiones que al final se demuestra que no son así. La salida de este país es la desalación. Y digo esto porque curiosamente las empresas españolas son punteras a nivel mundial, incluso por encima de las israelitas. Lo están desarrollando en otros países, caso de Canadá, Estados Unidos, México o en el Golfo Pérsico. Creo que los grandes regantes de Murcia están obcecados en mantener el trasvase por encima de todo. Saben de sobra que tarde o temprano se quedarán sin él por una cuestión de cambio climático. Nuestro presidente, García-Page, lo ha dicho en varias ocasiones, que se ponga el agua de  la desalación al mismo nivel, pero que nos dejen que todos nos desarrollemos. 

Ahora, más que nunca, ¿es necesario que se establezca un pacto nacional del agua definitivo? 

Tenemos que crear un sentido de sociedad solidaria. Quizás lo que ocurre en Cataluña pase en parte porque hemos hecho una disgregación de solidaridad y cada uno ha tratado de salir por donde le ha venido bien. Cualquier acuerdo sobre cualquier cuestión, y en este caso con el agua, es muy importante. Es imprescindible un pacto porque si no somos capaces de llegar a un acuerdo y de planificar debidamente, de llegar a una concepción global de país y de las necesidades en el agua, vamos a perder el tren y nos va a arrollar el cambio climático.