Fabregat: «Lo mejor era ponerme a un lado; los mensajes sonaban ya vacíos»

Héctor Madrigal
-

La derrota ante el Toledo y el plante de Pituli han precipitado la salida del técnico catalán, que presentó el lunes su dimisión después de dos temporadas y media de éxitos en el banquillo blanquinegro

El entrenador del Conquense, Jordi Fabregat, instruye a Óscar Vega. - Foto: Reyes Martínez

 
Con la ilusión de un debutante y la ambición intacta, Fabregat pone fin, voluntariamente, a su brillante ciclo en la Balompédica en busca de un nuevo estímulo que haga reaccionar al club. Pese a su marcha, la huella del preparador catalán, uno de los grandes artífices del ascenso a Segunda B, permanecerá imborrable y marca el camino a seguir para alcanzar nuevos retos deportivos.
 
¿Cómo se encuentra tras su repentina salida de la entidad?
Ha sido una decisión meditada y dolorosa. Lo pensé mucho y decidí que lo mejor era dar un paso y ponerme a un lado por la experiencia que tengo en el fútbol. El equipo no acaba de ganar y los mensajes sonaban ya repetitivos y vacíos. Creo que los jugadores estaban bloqueados y que la tensión no nos beneficia. Ellos tienen condiciones para salir de esta situación y estarán más alerta porque ahora empezarán de cero, limpiarán su cabeza de errores y no estarán bloqueados.
 
¿Es Fabregat el máximo responsable de la mala dinámica de resultados del equipo o sólo uno de los culpables?
El míster tiene mucha responsabilidad. Es cierto que la Balompédica debía tener más puntos porque seguimos mejorando y hay muchas posibilidades de ganar. Sin embargo, las urgencias de puntuar y la presión añadida de la clasificación no nos deja jugar con naturalidad. La verdad es que no hemos sido capaces de salir de abajo por diferentes circunstancias. No obstante, nos quedan 48 puntos y ahora los jugadores deben estar tranquilos y alertas para ganar estos partidos con un entrenador nuevo.
 
El pasado mes de julio decidió continuar al frente de la Balompédica siempre y cuando el club pudiera retener a varios de los futbolistas claves en su esquema, como Rangel, Iván González, Manzano o Jorge. ¿Era difícil que el proyecto volviera a cuajar con tantas caras nuevas?
 
Pienso que no merece la pena retroceder en el tiempo, aunque tengo claro que no gestioné bien mi futuro en verano. Propuse algo que luego no me impuse. Volví al trabajo, pero de una manera diferente a la que pensaba y eso lo detectaron los jugadores. El año pasado veníamos con un gran impulso y alegría tras conseguir el ascenso, lo que nos permitió sumar puntos vitales en esta categoría. De todos modos, lo que realmente importa es el presente. Veo al grupo más unido y comprometido pese a que los resultados nos dan la espalda.
 
Usted es un luchar nato, ¿por qué cree que era el momento de dejar paso a otro entrenador y buscar nuevas ideas?
 
Frente al Toledo detecté que el equipo bajaba los brazos ante cualquier adversidad. Es un síntoma que refleja que los futbolistas no se ven con fuerzas conmigo. No hay que culpar a nadie porque todos han trabajado siempre con buena actitud para superarse. Me voy tranquilo.
 
¿Se marcha con alguna espina clavada o con retos pendientes?
 
No, para nada. La sensación que tengo es de tranquilidad y estabilidad. Ha merecido la pena estar aquí y formar parte de un vestuario en el que nunca hubo ningún problema. Disfrutar del club, la ciudad y los aficionados ha sido un constante paladeo de bienestar. Cuenca será siempre muy especial.
 
¿El plante de Pituli fue uno de los detonantes de su dimisión? 
 
Es uno de los muchos motivos que influye en mi decisión. El plante de Pituli es una falta grave para todos y no está bien gestionado. El jugador debe recordar que su buen rendimiento es parte del trabajo de sus compañeros porque no juega solo en el campo. Es un acto que no une al vestuario y que no me gustó. Tiene unas obligaciones con el club y debe entrenar.
 
A seis puntos de la permanencia, ¿cómo se puede enderezar el rumbo y salir del descenso?  
Cada uno debe dar lo mejor de sí mismo. Veo al vestuario con fuerzas y unido, que es lo más importante. Los jugadores luchan al máximo en su día a día y saben que un esfuerzo total les permitirá conseguir una victoria completa.
 
Aparcando un poco los sentimientos, ¿ve factible que el Conquense remonte el vuelo? 
Tengo claro que el equipo se va a salvar. Estoy convencido firmemente de ello porque la entidad se lo merece a pulso.   
 
«La afición me ha ganado por completo»
Agradecido. Así se marcha el técnico tarraconense después del devolver al equipo a la división de bronce y asentar el proyecto blanquinegro.
 
Atrás quedan dos años y medio muy intensos, llenos de emociones y buenos recuerdos, como el ascenso a Segunda B en su primera temporada en el banquillo. Son recuerdos imborrables ...
 
Por supuesto. Me quedo con toda esa ilusión con la que vine y me marcho. Esa ilusión sigue intacta. Nuna perdí esas ganas de sentir y trabajar por la entidad. Vine a dar lo mejor de mí desde el primer día y tuve que adaptarme a un ambiente frío porque nadie me conocía y había ciertas dudas. La primera campaña conseguimos el ascenso. Fue precioso lograrlo y ser superiores en los seis partidos de las eliminatorias. La alegría resultó inmensa.
 
Una de sus grandes debilidades es la afición. ¿Qué mensaje lanzaría a la hinchada?
 
La verdad es que el silencio del otro día me lo dijo todo después de una derrota tan importante. La afición me ha ganado por completo. Respetaron siempre mis decisiones, protegieron al equipo y no han parado nunca de animar. Le guardo un aprecio enorme.
 
Antonio Cazalilla es el nuevo entrenador del Conquense. ¿Es la solución que necesita el club?
No soy quién para opinar de él, pero es una persona que conoce la casa, tiene conocimientos y eso dice mucho. Sólo tengo palabras de agradecimiento hacia él porque siempre ha sido cauto y respetuoso en sus comentarios. Me parece un técnico sensato, con las cualidades necesarias, y espero que tenga la energía necesaria para cambiar esta dinámica.