En primera línea del frío

D. Guijarro
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Los indigentes son uno de los colectivos que más sufren los rigores de las bajas temperaturas por lo que un grupo de voluntarios recorre las calles llevándoles un café caliente • El albergue de transeúntes está al 80% de su capacidad

L as circunstancias que llevan a cada una de las personas a vivir en la calle o hacerlo de la mendicidad son muy distintas. Sin embargo, todas estas personas tiene una característica en común; sufrir en primera línea los rigores del clima que en temporales de frío como éste pueden llegar a resultar letales, como ha ocurrido en las últimas horas en Valencia donde  dos personas perdieron la vida.
Por este motivo, un grupo de voluntarios de la Asociación Jabe salió ayer por las calles de Cuenca con el objetivo de mitigar por un momento las penurias de estas personas y hacerles la vida, aunque sólo sea por un instante, más agradable. 
Fueron cinco voluntarios, tanto de la asociación como de  la Iglesia Evangélica ‘Manantial de Vida’, los que por la mañana llevaron «un café, Cola-Cao y unas magdalenas, es decir un poco de alimentos calientes a estas personas», según explicaba Rafael Boix, miembros de esta asociación. 
Además, este grupo de personas tenía un objetivo principal que era «realizar una toma de contacto» para poder evaluar las necesidades de este colectivo de cara a los próximos días. La asociación tiene la intención de retomar el trabajo que realizaban con los indigentes y que en los últimos meses había sufrido un paréntesis «ya que se había perdido el contacto con muchas de las personas a las que habíamos estado ayudando porque se han marchado a otras ciudades o porque han cambiado sus circunstancias».   
 
Una vez a la semana. Boix destaca que por el momento las salidas se realizarán «de forma eventual» hasta que estudien las necesidades a las que tienen que hacer frente y los voluntarios con los que cuentan aunque el objetivo es claro, «salir al menos una vez por semana».
Estos voluntarios quieren ir más allá del calor que pueda aportarles durante unos instantes una bebida caliente para ello en sus próximas salidas quieren hacerles llegar guantes, calcetines y otras prendas que les permitan abrigarse durante sus largas jornadas sentados en la dura acera mientras espera que a sus vecinos se les ablande el corazón y les den una limosna.
«Queremos de alguna manera ponernos en la piel de ellos y aunque somos conscientes que no podemos solucionar sus problemas, por lo menos aliviarlos un poco», asegura Boix.
La primera salida, realizada por la mañana no tuvo el éxito esperado, la nieve que caía hizo que se encontraran a menos personas de lo que se esperaban. Pero ello no les desanimó. A las siete de la tarde otro grupo de jóvenes, entre 18 y 25 años, volvían a quedar en la plaza del Xúcar para comenzar una nueva ronda repartiendo solidaridad caliente.
Reconocen que en los últimos meses han detectado un incremento del número de personas que ejerce la mendicidad en Cuenca, «y nos ha sorprendido el gran número de españoles y gente mayor que antes no se daba», dice Rafael a quien tras la primera jornada le quede el duro trabajo de coordinar el esfuerzo de los voluntarios para atender a estas personas que en muchas ocasiones pasan inadvertidas. 
 
Albergue. El Ayuntamiento de Cuenca dispone un albergue municipal para poder dar refugio a estas personas a las que la Policía Local dirige en caso de necesidad. Sin embargo, a pesar de que las extremas temperaturas que se están alcanzando por las noches pudieran hacer pensar que este servicio debería estar lleno, no es así.
El responsable del Centro de Urgencias de Cáritas Diocesana, Óscar San Julián, explicó que en estos momentos están «al 80 por ciento de su capacidad» en la misma media que es normal en esta época del año. Asegura que están capacitados para ampliar en un 20 por ciento la capacidad del centro si la afluencia de gente fuera más numerosa según marcan los protocolos pero, «en lo que llevamos de año no ha sido necesario».
Relata que muchas de las personas que viven en al calle no acuden a estas instalaciones «porque tiene problemas de convivencia o porque así lo deciden y hay que respetarlos» aunque les recuerda que las puertas están abiertas para todo el mundo.