Garrido puntúa en Málaga

Leticia Ortiz (SPC)
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El torero destaca al cortar una oreja en una tarde sin más historia que sirvió para abrir el abono de la capital de la Costa del Sol

Arrancó la Feria de Málaga, después de un prólogo necesario e imprescindible en forma de novilladas sin picadores que dieron su hueco al futuro de la Tauromaquia, con un cartel que llenó medio aforo del coso. Era previsible. Aún así, se nota en el ambiente la creciente ilusión de locales y foráneos por un abono que debe recuperarse, hasta, al menos, volver a ser lo que fue, por el bien de la Fiesta.

Corrida plomiza por el calor y por el desigual juego de los toros de Lagunajanda que, pese a su calidad y nobleza, adolecieron de bravura y casta. Complicados mimbres. Eso sí, a pesar de la irregularidad de sus presentaciones, se nota el esfuerzo de la empresa por buscar y encontrar ese 'toro de Málaga', serio y trapío que es bandera de esta plaza.

Destacó, entre un mar de mediocridad, José Garrido, sobre todo, ante el tercero del festejo, el mejor de la corrida por aquella ley no escrita del tuerto en el país de los ciegos. El extremeño, que ya había mostrado sus ganas en el buen quite al toro de Ureña, dejó destellos con el capote, como una enorme media echado de hinojos. Tras brindar al público, volvió a tirarse rodillas en tierra para comenzar la faena. Fueron buenas las tandas por el derecho, con alguno largo y profundo. Bajó el trasteo con la muleta en la izquierda, el pitón malo del astado, pero volvió a subir de intensidad cuando Garrido volvió tomar la muleta en la diestra. Por encima del toro, el extremeño sacó casi de donde no había y arrancó una oreja de ley tras una buena estocada. Con la Puerta Grande descerrajada, faltaba rematar en el sexto, pero apenas tuvo opciones. Lo intentó con ganas por ambos pitones, ante un toro que necesitaba estar siempre encima y con la muleta en la cara. 

El otro 'salvable' del festejo cayó, sorpresa, en el lote del Cid. Pero no acabaron de acoplarse el uno y el otro. Le faltó alma a la faena, aunque el sevillano dejó muestras de lo que es y, sobre todo, lo que fue, por naturales. No estuvo acertado con la espada y todo quedó difuminado. Tampoco ante el que abrió plaza, y Feria, se le vio confiado al torero de Salteras, al que le faltó apostar.

Tampoco acabó de apostar un Paco Ureña desdibujado. Nervioso y sin demasiadas ideas no entendió el sitio y las distancias que le reclamó el quinto, y acabó encerrado en tablas al son que le marcó el animal. Poco pudo hacer ante el soso segundo.

 

FICHA TÉCNICA

Domingo 12 de agosto. Primera corrida de la Feria de Málaga. Media plaza

Seis toros de Lagunajanda, desiguales de juego y presentación. El tercero y el cuarto, un por encima del resto en calidad y nobleza.

El Cid, de marino y oro, pinchazo hondo (ovación con saludos); y media estocada tras pinchazo (ovación con saludos).

Paco Ureña, de blanco y oro, (media estocada y cinco descabellos (silencio); y estocada entera tras dos pinchazos (silencio).

José Garrido, estocada arriba (oreja tras aviso), y estocada casi entero (ovación).