Sinopsis oficial
Vitoria, 2019. Los cadáveres de un chico y una chica de veinte años aparecen desnudos en la cripta de la Catedral Vieja. Unai López de Ayala, un inspector experto en perfiles criminales, debe cazar al asesino ritual que lleva aterrorizando a la ciudad desde hace dos décadas. La sucesión imparable de crímenes y una investigación policial que se vuelve cada vez más personal llevarán al límite a Unai, enfrentándolo a un asesino camaleónico y despiadado que podría estar más cerca de lo que creía.
La crítica -
Por J.M.S.
Siguiendo los pasos de Dolores Redondo y su “Trilogía del Baztán”, llevada al cine, la escritora alavesa Eva García Sáenz de Urturi también ha vendido sus derechos al séptimo arte de su trilogía sobre su ciudad, Vitoria, cuya primera obra, El silencio de la ciudad blanca, llega ahora a la gran pantalla.
En el verano de 2019, en la capital alavesa, aparecen los cadáveres de un chico y una chica, de 20 años, en la cripta de la catedral. Este siniestro hallazgo recuerda al “asesino de los durmientes” que aterrorizó a la ciudad hace dos décadas por la crueldad empleada. En aquellos años se detuvo como responsable a un carismático individuo perteneciente a una de las familias más relevantes de la ciudad, ahora a punto de salir de la cárcel. Unai López de Ayala, un inspector experto en perfiles criminales, será uno de los encargados de atrapar al despiadado homicida responsable de estos hechos y que podría estar más cerca de él de lo que parece.
La adaptación a la gran pantalla de este best seller español es bastante fiel al texto literario pero, como ha ocurrido en otras ocasiones, al trasladarse una obra extensa, se ha quedado prácticamente en el esqueleto en la descripción algunos personajes o situaciones que quedan algo desdibujadas para los que no hayan leído el texto literario. No obstante, la película resulta especialmente sórdida debido a que es explícita y reiterativa en esos elementos macabros que aparecen en la novela que, al ser mostrados en imágenes, todavía resultan más crudos.
La dirección de Daniel Calparsoro, uno de los cineastas que mejor mueven la cámara en escenas de acción, se vislumbra en secuencias especialmente bien rodadas como la persecución que se inicia en la catedral, donde también se aprecia la calidad técnica de la fotografía, responsabilidad de Josu Inchaustegui. El elenco de actores es acertado, poseen química Javier Rey y Belén Cuesta, pero se echa en falta que defiendan textos menos básicos y más extensos. Alex Brendemühl resulta tan inquietante como siempre