Oleadas de solidaridad

Manu Reina
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El Banco de Alimentos de Cuenca trabaja sin cesar en una nueva campaña de recogida de alimentos que lleva «muy buen ritmo» gracias a la «gran solidaridad de los conquenses»

Antonio Villaseñor (izquierda) y su compañero José animan a los conquenses a donar alimentos - Foto: Banco de Alimentos de Cuenca

La comida es un bien necesario y vital para el ser humano, pero nunca debe ser un lujo. Por desgracia, no siempre es así, puesto que muchas personas de este planeta no tienen acceso a alimentos y, en los casos más graves, mueren de desnutrición. La Fundación Acción Contra el Hambre cifra en 8.500 muertes al día por esta causa. Es un problema real y el ser humano no debe darle nunca la espalda. Además, con un simple gesto, que se traduce en donar alimentos en la medida de las posibilidades de cada uno, se pueden salvar miles de vidas.

Pero la dificultad para tener acceso a alimentos de primera necesidad no sólo existe en los países más desfavorecidos, sino que es un problema que sufren también muchos conquenses de toda la provincia. Más aún en estos momentos cuando el precio de los mismos se ha disparado con la inflación. En este contexto, el Banco de Alimentos de Cuenca ha vuelto a promover una campaña de recogida de alimentos. El presidente de esta institución humanitaria conquense, Antonio Villaseñor, señala que «es muy necesario realizar la campaña de recogida de alimentos porque estamos en un momento complicado para muchas personas». Además, recalca que hay «muchas familias de la provincia que tienen dificultades para acceder a alimentos de primera necesidad».

El Banco de Alimentos de Cuenca espera recaudar 60.000 kilos de comida no perecedera en esta campaña que arrancó el pasado viernes. La mitad de la cuantía total, concretamente 30.000 kilos de comida, ya se está preparando para ser repartida de forma inminente tras su recaudación los días 25 y 26 de noviembre. La otra mitad se obtendrá a través del dinero en metálico que se está recolectando en las cajas de los supermercados. Esa cuantía económica se utilizará después del próximo martes, que es el último día para donar dinero, para adquirir alimentos en esos mismos establecimientos comerciales. La previsión es que se puedan obtener los otros 30.000 kilos de comida. 

Villaseñor explica que «la campaña está funcionando muy bien» y espera «que se done hasta el último momento». Si bien es cierto que la cantidad que se espera recaudar está por debajo de lo que se recogió durante las campañas que se llevaron a cabo antes de la pandemia. Por aquel entonces se obtuvieron 80.000 kilos de media. No obstante, el presidente del Banco de Alimentos de Cuenca agradece «enormemente la alta participación de los conquenses, que siempre son muy solidarios y un año más lo han vuelto a demostrar». Y es que el máximo representante de la organización alaba que, pese a la situación económica que se atraviesa, con un incremento muy notable de los precios, «los ciudadanos siguen colaborando». 

Los 60.000 kilos de comida que se recogerán durante esta campaña se distribuirán a las parroquias, asociaciones y colectivos de toda la provincia de Cuenca para así ayudar a cualquier ciudadano que está pasando un momento complicado. «Esperamos ayudar este año a 6.000 personas de todo el territorio conquense», confía. 

voluntariado. Para poder llevar a cabo estas campañas de recogida de alimentos es vital la solidaridad de los conquenses, pero también es de alabar y ensalzar el trabajo desinteresado de todos los voluntarios que prestan su ayuda al Banco de Alimentos de Cuenca. Además, este año son muchos jóvenes los que han querido levantar la voz y prestarse para labores de empaquetar alimentos, distribución, organización, información y reparto. De ahí que el presidente del Banco de Alimentos de Cuenca se deshace en elogios a la hora de hablar de todos los voluntarios «porque sería imposible hacer estas campañas sin ellos». La mayoría de ellos son estudiantes de distintos colegios e institutos de la capital.

La provincia conquense vuelve a demostrar que es una tierra solidaria y, pese a las dificultades económicas del momento, no tienen la menor duda de que es el momento de arrimar el hombro. Porque en esta vida poder comer no debe ser un lujo, sino un derecho.