¿Dónde tiramos la línea?

Leo Cortijo
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Cuenca y Albarracín se disputan un límite territorial de entre seis y ocho kilómetros de longitud. En juego hay, desde el siglo XIX, más de 2.000 hectáreas enclavadas en pleno nacimiento del río Tajo.

¿Dónde tiramos la línea?

El ser humano siempre ha tenido una necesidad primigenia de delimitar el territorio. Desde que el mundo es mundo, como se suele decir. Hasta aquí llega mi propiedad y a partir de este otro punto, la tuya. Las fronteras y los límites territoriales han sido durante cientos de años el porqué de infinidad de conflictos, disputas y controversias. Desde dos agricultores que no se ponen de acuerdo a la hora de ubicar el mojón que separa la tierras que trabajan hasta dos países que entran en guerra con la desolación que eso puede llegar a suponer. Afortunadamente, Cuenca está a años luz de ese triste final, y es que lo que está en juego es un minucia territorial que además se viene arrastrando desde finales del siglo XIX. Aunque la postura conquense es «firme» a la hora de defender el límite fronterizo con la localidad turolense de Albarracín, el clima reinante es de «cordialidad y amistad».

Así lo explica a La Tribuna el presidente de la comisión municipal de Cuenca encargada de mediar en este asunto, el concejal Juan Manuel Martínez Melero. Lo que está en juego son más de 2.000 hectáreas enclavadas en el nacimiento del río Tajo, en pleno Sistema Ibérico. Una línea longitudinal de entre seis y ocho kilómetros para separar dos territorios dividos. La génesis de la disconformidad, según recogen las primeras actas documentadas, data de 1897. Desde entonces Cuenca y Albarracín han intentado, sin conseguirlo, fijar dónde termina un municipio y empieza el otro. Y en el epicentro de la pugna, un monte, el Entredicho, cuyo nomenclatura no es casual. Lo recibe, precisamente, por haber estado en esa condición durante tantísimos años. 

Vamos con el relato de los hechos. En 1900 se deslinda el monte de utilidad pública número 126, Veguilla de Tajo, propiedad del Ayuntamiento de Cuenca y ubicado en el término municipal de la misma. Pero ese deslinde se efectúa con la exclusión de una parte del propio monte, que entonces se denomina el Entredicho y cuya propiedad se discute con Albarracín. En torno a 1920, consta que el ayuntamiento de la localidad aragonesa inscribe como suya esta pequeña montaña en el registro de la propiedad por el derecho de usucapión. El secretario del consistorio de la época se basa en que, al parecer, Albarracín lo había gestionado hasta entonces porque el Reino de Aragón se lo había donado al municipio. 

¿Dónde tiramos la línea?¿Dónde tiramos la línea?

Pasan más de sesenta años y así llegamos hasta 1966. En una España todavía en blanco y negro el conflicto avanza hasta una nueva base. Ese año se deslinda el monte  de utilidad pública número 12, el célebre Entredicho, que pasa a denominarse Vega de Tajo. Ahora bien, hay una circunstancia que no puede pasarse por alto, y es que en la publicación que se hace de este deslinde dos años después, figura que el monte pertenece a Albarracín, pero que está ubicado en el término municipal de Cuenca, tal y como se recoge en los registros catastrales. Y así es desde entonces y hasta el día de hoy… Es cierto, por tanto, que el conflicto de la titularidad y la propiedad desaparece porque pasa a dominios albarracinenses, pero la incógnita del trazado que delimita los dos términos continúa.

Transcurre otro buen puñado de años en esta particular línea del tiempo. Cambiamos de siglo incluso y llegamos a 2017. Entonces se establece un acuerdo para fijar los mojones trifinios que afectan a los dos extremos de la línea de término. Uno hace referencia a la confluencia entre Albarracín, Cuenca y Checa (Guadalajara), y el otro a Albarracín, Cuenca y Zafrilla (Cuenca). Esta concordia «no se lleva a definitivo mediante acuerdo de los plenos municipales correspondientes hasta 2021», argumenta Martínez Melero. De esta forma, mediante una reunión telemática las comisiones de ambas localidades manifiestan el punto de unión y así lo elevan a sendas sesiones plenarias. La de Cuenca, sin ir más lejos, celebrada el pasado 28 de octubre. Ahora bien, también se pone en conocimiento de la corporación el desacuerdo que se mantiene vigente en el tramo intermedio de la línea. 

Así las cosas, Albarracín eleva esta resolución al Ministerio de Política Territorial y éste, a través de la Dirección General de Régimen Autonómico y Local y del Instituto Geográfico Nacional, inician un expediente contradictorio que está fundamentado en el Real Decreto 3426/2000, de 15 de diciembre, por el que se regula el procedimiento de deslinde de términos municipales pertenecientes a distintas comunidades autónomas. 

¿Dónde tiramos la línea?¿Dónde tiramos la línea?

La última intentona para «llegar a un acuerdo o para ratificar el desacuerdo» –comenta el presidente de la delegación conquense–, se materializa en una reunión el pasado 6 de abril. El barco no llega a buen puerto, ambas comisiones confrontan sus posturas y «se constata con carácter definitivo que no hay posibilidad de acuerdo». Así pues, la instrucción del expediente administrativo que debe resolver este contencioso sigue adelante. El también concejal de Hacienda señala que el deseo es que ese clima de cordialidad «continúe» y «trascienda» incluso a la resolución que finalmente se adopte.

Ahora bien, y aunque pueda parecer una cuestión menor, el célebre deslinde es importante, y en ello pone el foco Martínez Melero «porque no solo marca una línea del término municipal entre Albarracín y Cuenca, sino que a su vez es provincial entre Cuenca y Teruel, y también autonómica entre Aragón y Castilla-La Mancha». Y eso, inevitablemente, tiene unos efectos de gestión y de regulación sobre la explotación del espacio a nivel, por ejemplo, «cinegético, piscícola, forestal o micológico». Una gestión que ahora realiza Albarracín con los instrumentos jurídicos de la comunidad autónoma de Aragón, aunque el monte figure «con carácter provisional» como término de Cuenca. Y sigue el lío… pues si se termina entendiendo como definitivo que ese territorio pertenece a Cuenca, su explotación habrá que llevarla a cabo bajo el paraguas de Castilla-La Mancha. 

Parece que solo es cuestión de tiempo –cabe esperar que algunos meses– para que el árbitro en esta contienda, el Instituto Geográfico Nacional, dependiente del Gobierno de España, dicte quién tiene razón y quién no. Nunca es tarde si la dicha es buena. Y ya ven, solo ha habido que esperar 125 años...

POSTURAS ENFRENTADAS

¿Cuál es la propuesta de Cuenca? La línea debe trazarse por el accidente geográfico más importante de la zona, el río Tajo, y que es el que se utiliza para delimitar los términos entre otros municipios. No discute que el monte sea propiedad de Albarracín, pero «no es coherente» que siendo así se encuentre en el término municipal de Cuenca. Además sostiene que, a efectos cartográficos, el Instituto Geográfico Nacional utiliza como división de los términos el curso natural del río. 

¿Cuál es la propuesta de Albarracín? La línea debe trazarse entre los montes número 126 de Cuenca y número 12 de Teruel. Creen que hay un accidente geográfico, una barrera montañosa, que marca la línea que deslinda estos montes.