Nuevo golpe al bolsillo

Manu Reina
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El aumento del coste de las materias primas y del precio del combustible genera una subida del IPC en la provincia de un 7,4%, que se traduce en un encarecimiento de los productos

Nuevo golpe al bolsillo - Foto: Rueda Villaverde

Un nuevo golpe al bolsillo. Comprar sale cada vez más caro y es una situación que no gusta a productores, proveedores y comerciantes, y ni que decir tiene a los consumidores. El aumento del coste de las materias primas y el crecimiento del precio del combustible generan, por lógica, un incremento del coste final del producto. Guste o no, es así en la mayoría de casos. Para cualquier mortal esta situación hace que las cuentas sean más difíciles de cuadrar. Y es que el Índice de Precios de Consumo (IPC) se sitúa ya en un 7,4% en la provincia de Cuenca, un 0,9% superior al dato nacional (6,5%), su nivel más alto en 29 años. Unos porcentajes que reflejan un grave problema para todas las partes implicadas en el consumo y que pone en un serio aprieto a la recuperación económica. En términos regionales, la provincia registra un IPC por debajo de la media de Castilla-La Mancha, que es del 7,6%, unos registros aún peores comparados con el resto de comunidades autónomas, ya que la región es la peor en este aspecto.

El encarecimiento de la electricidad, el gas, el agua y los combustibles supone que la producción sea más cara. Por lo tanto, el coste final es mayor. Las empresas y los autónomos tienen que hacer frente a este crecimiento. Desde la Asociación Provincial del Comercio en Cuenca confirman que están reduciendo los márgenes de ganancias para no trasladar el aumento de los costes de los suministros a los clientes y así no penalizar las ventas. 

Y es que las empresas también se encuentran en la tesitura de que si incrementan el precio final pueden registrar una gran caída en el número de ventas, puesto que el consumidor se lo pensará dos veces a la hora de realizar la compra. Aunque, evidentemente, el ver cómo comprar sale cada vez más caro hace que uno termine por irse de vacío. Está claro que el aumento de los precios genera un descenso del consumo. Y más cuando los sueldos no crecen. 

Las cifras anunciadas por el Instituto Nacional de Estadísticas reflejan un incremento de un 27,6% del subsector de la vivienda que incluye agua, gas, electricidad y otros combustibles y un 11,8% en el sector del transporte. Con este incremento de los precios, la CEOE Cepyme Cuenca advierte de que las empresas han tenido que trasladar costes a aspectos como alimentos y bebidas no alcohólicas que se encarecen un 5,2%, o restaurante y hoteles, que lo hacen un 4,7%. Es perceptible que los servicios de alojamiento se encarecieron y la restauración subió los precios, uno de los sectores más castigados por el aumento de las materias primas. El sector del ocio y la cultura también ha experimentado un crecimiento de un 0,6% y el de la enseñanza un 0,7%. Es destacable además que el sector del vestido y calzado ha subido un 1%, y el de las bebidas alcohólicas y el tabaco, un 1,1%. Por su parte, en los sectores de la sanidad y la comunicación se ha producido un descenso de un 0,2% y un 0,3%, respectivamente. 

No cabe duda de que el consumidor es consciente de la situación. Basta con salir a la calle y ver el descontento de la ciudadanía. La opinión es unánime. Los consumidores Miguel Ángel Soriano, Lucía Villalba y Enrique Argudo coinciden en que «el aumento de los precios es muy evidente», especialmente «en el sector de la alimentación», apuntan. Soriano recalca que la sensación que le genera el incremento del IPC es de «impotencia», pero reconoce, con un claro enfado, que no le queda otra «porque tenemos que comprar productos de primera necesidad de igual forma para comer o para el día a día de nuestra vida». No hay remedio cuando estamos hablando de productos de primera necesidad, pero no cabe duda de que es más complicado llenar la nevera. «Cada vez compras menos cosas con el mismo dinero», expresa Villalba, que al mismo tiempo explica que una de las soluciones pasa por «organizarte a la hora de comprar para intentar contrarrestar y así poder reducir gastos y ahorrar». El problema llega cuando uno está acostumbrado a buscar ofertas para cuidar la economía de su hogar, pero en estos casos de un incremento generalizado del coste de los productos hace «difícil encontrar ofertas», sentencia Argudo. Sin duda, uno tendrá que mirar el bolsillo con mayor frecuencia si no quiere llevarse una triste sorpresa. 

Comerciantes. No son los únicos perjudicados de esta situación. La tesitura de las empresas está por decantarse por dos opciones. Por un lado, aumentar el precio de los productos teniendo en cuenta que es más caro producir o, por otro lado, mantener el coste de los productos y hacer frente a los gastos de producción, teniendo unos márgenes más pequeños. La segunda opción es la que defiende y lleva a cabo la Asociación Provincial del Comercio en Cuenca y el gerente de Ópticas Notario, Pedro Notario, ensalza esta práctica ya que asegura que «estamos asumiendo nosotros el aumento de producción porque la vida ya está demasiado dura como para hacerla más dura todavía». Por su parte, el gerente de la Frutería Hermanos Campillo, Roberto Campillo, confirma que «el coste del plástico y de los envases ha subido, además de que ahora nos cuesta mucho más mantener muchos productos con la luz tan costosa». La alimentación es uno de los sectores en los que más se ha notado la subida de los precios, especialmente por la subida de los precios de las legumbres y hortalizas, del pan y los cereales y de la carne. Muchos reclaman que la situación cambie y se «mantengan los precios y no ver la salvajada que estamos sufriendo porque finalmente nos repercute a todos por igual, tanto a consumidores como a empresarios», sentencia el gerente de Punto Mascota, Juan José González. 

 Es el momento de mirar el bolsillo y la economía de uno mismo para afrontar de la mejor forma unos elevados precios, que ponen en jaque la recuperación económica. Cabe esperar, por tanto, que estos índices desciendan para que repercuta positivamente en el consumo, que se traduce a su vez en una mejor calidad de vida.