Situación límite

Manu Reina
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El aumento del precio de las materias primas pone en jaque la supervivencia de las panaderías, que atraviesan ahora una situación «muy crítica» hasta tal punto de convocar hoy un parón

Situación límite - Foto: Reyes Martínez

El oficio de la panadería es tan antiguo que es difícil de concretar con exactitud cuando se ejerció por primera vez. La historia relata que posiblemente fueron los egipcios quienes descubrieron esta profesión e incluso se piensa que inventaron el horno con un espacio para la combustión y otro para la cocción. Desde entonces y hasta la fecha han pasado miles de siglos pero este ejercicio laboral no ha cesado su actividad nunca, y eso que han pasado infinidad de años. Todo por ofrecer a la población uno de los productos más preciados e imprescindibles de una dieta, como es el pan. 

Sin embargo, este gremio vive en la actualidad un momento «muy crítico y muy complicado», tal y como asegura el presidente de la Asociación Provincial de Panaderos de Cuenca, José Antonio Barón. Este panadero, que recoge el testigo de otras generaciones de su familia, detalla que el aumento del coste de las materias primas, como la harina, la sal, la levadura o la leña, sumado al incremento del precio de la luz o el combustible «nos hacen tener muy poco margen de ganancias y eso hace que la situación esté al límite». Barón, que dirige su panadería en el municipio conquense de Castejón, alerta de que la profesión se encuentran «en la UVI».

El problema es de carácter nacional, aunque en provincias como en Cuenca la situación se agudiza aún más por la despoblación. Los panaderos tienen que transportar el pan de un punto a otro «sin apenas beneficios e incluso en muchas ocasiones con pérdidas porque tenemos que hacer muchos kilómetros», relata Barón. Y es que, en su caso particular, tiene que desplazarse a poblaciones de difícil acceso y con menos de medio centenar de habitantes. Pese a que la rentabilidad es mínima este empresario tiene claro que «tengo que seguir yendo a estos pueblos porque esa gente me necesita», subraya. 

Los panaderos se han visto obligados a aumentar el precio de la barra hasta los 1,10 euros, por ejemplo. Un incremento que «no repercute en ganancias para nosotros, sino que se hace para poder sufragar la subida de los costes de materias primas», señala el presidente del gremio conquense. Es decir, el encarecimiento de una unidad se ha llevado a cabo para evitar que los profesionales del pan terminen el mes en números rojos. Pero el aumento del coste de la producción no es el único problema. El gremio echa en falta el relevo generacional pero es que situación laboral tampoco anima a que cojan las riendas las nuevas generaciones. Está claro que esta profesión es especialmente familiar con el traspaso de poderes de padres a hijos. Eso sí, Barón no piensa arrojar por ahora la toalla, pero lamenta que el futuro sea negro, algo que le entristece mucho. 

Ante esta situación, los panaderos solicitan ayudas públicas a las administraciones para salir adelante y remontar el vuelo. Por ahora no llegan. «Necesitamos ayudas públicas para nuestro sector, como se ha hecho con otras profesiones», afirma la propietaria de Horno de Tevar, Laura Tevar. Esta panadera sale adelante por ahora porque todavía queda «gente que es consciente que el pan que fabricamos los panaderos tienen infinidad de beneficios». Sin ir más lejos, el pan elaborado en cualquier panadería cuenta con un proceso de fermentación más largo que la competencia. El amor y el cariño que le ponen son además ingredientes que marcan por completo la diferencia. 

La industria de la panadería pende de un hilo. Hasta tal punto que muchas panaderías han tenido que abortar misión y apagar para siempre sus hornos porque no pueden afrontar las enormes pérdidas. «En nuestra provincia hemos tenido muchas compañeros que han decidido cerrar porque no tienen rentabilidad en sus negocios», desvela Barón. Laura Tevar también confirma que hay familias que han tenido que cerrar sus panaderías de toda la vida. «Es una auténtica pena», lamenta. 

parón simbólico. Para intentar concienciar a las instituciones y a la población, el gremio de la panadería detendrá hoy a las doce de la mañana sus hornos en señal de protesta y reivindicación. Serán quince minutos de parón simbólico. «Estamos en un momento muy malo y necesitamos ayuda», recalca Tevar. Esta panadera, al igual que José Antonio Barón, revive como los panaderos «jugamos un papel fundamental durante la pandemia y nos volcamos en momentos muy difíciles para ayudar a la población». Ambos recuerdan cómo «llevamos a acabo una grandísima acción social» y piden que se les tenga en cuenta ahora a ellos. 

Las ayudas fiscales para provincias que sufren el fenómeno de la despoblación, como es el caso de Cuenca, «son medidas insuficientes para sacar adelante un negocio que vive sus peores días». El futuro es incierto en el histórico gremio y, si la situación no mejora a corto plazo, el cierre de las panaderías seguirá siendo noticia por desgracia.