Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Adolfo y Villaamil

15/09/2019

¿Qué tiene en común Adolfo, el restaurador, con el ilustrador romántico Pérez Villaamil? En principio, solo el  romanticismo. Y es que Adolfo, lo acepte o lo niegue, es un gran romántico, un innovador y un hábil empresario. Términos antitéticos que Adolfo ha sabido compaginar. Él ha tenido la idea de organizar una exposición en su nuevo hotel en Zocodover, al cobijo del impresionante edificio del Alcázar, con la obra que Pérez Villaamil dibujara sobre Toledo. Y este es otro nexo entre ambos: los dos aman a Toledo. Pérez Villaamil nos dejó los escenarios de una ciudad que embriagaría a Barrés o Rilke, a Galdós o Pio Baroja, a Buñuel o García Lorca. En las estampas se recogen edificios, algunos ya desaparecidos, otros  permanecen, aunque se nos antoje que, con el turismo apelotonado, han perdido la pátina de siglos que entusiasmó a los europeos en busca de lo exótico cercano. Pero, ¿a qué viene esto de Adolfo y Villaamil? Viene porque Adolfo celebra sus inicios como restaurador en Toledo.  Hace 40 años y con la exposición de la obra sobre Toledo de Pérez Villaamil.
Comenzó Adolfo abriendo el único restaurante al que se podía llevar a cualquier invitado con la certeza de quedar bien. Fueron momentos transformadores  de la ciudad. Coincidió con los años en los que se iniciaba un experimento impensable para estas tierras: su nacimiento como Comunidad Autónoma, una revolución administrativa y política que aún algunos no han digerido del todo, confundiendo unidad con centralización o autonomía con señorío feudal. Llegaban tiempos de verse y entenderse  de otra manera. Todos practicamos algo de nacionalismo difuso y Adolfo se unió al movimiento. Es más, empujó desde su actividad y con su iniciativa empresarial. Se descubrieron en los productos de la tierra cualidades que antes se despreciaban; empezó a comprenderse el vino como  fuente de riqueza, no  como producto residual. Muchos escucharon por primera vez lo de valor añadido. Enseñó a tratar esos productos como enseñó a tratar a los clientes. Como amigos que han ido a tu casa, les recibes con cariño y les pones lo mejor que tienes. El secreto de Adolfo consistió precisamente en eso: reinventar las leyes de la hospitalidad ancestral y convertirlas en negocio. Y ahí se esconde el secreto que le permite    celebrar, en su madurez, 40 años de actividad, con la muestra  de un Toledo soñado.  Un recorrido intenso desde la romántica calle de la Granada hasta Zocodover, el centro de la ciudad.