Editorial

Prevención y lucha contra el cambio climático para el día después

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Al cierre de esta edición ya son seis los fallecidos a cuenta de la gota fría que azota desde el jueves el sureste peninsular, dos de ellos vecinos de Castilla-La Mancha. Las dimensiones de este temporal están siendo históricas según los expertos y los datos así lo corroboran. Y es que, a la citada y terrible cifra de muertos en esta catástrofe, hay que unir otras no menos impactantes como las más de 3.500 personas evacuadas hasta el momento y los miles de millones en pérdidas, entre ellas infraestructuras públicas estratégicas.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, avanzaba ayer que el Congreso de los Diputados incorporará las afecciones por la gota fría en la zona de Caudete y Almansa «a la tramitación de ayudas excepcionales» que ya se gestionaban por incidencias de este verano, como los incendios. Un trámite que se llevará a cabo esta misma semana y que se sumaría a los que ya ha iniciado la Junta de Comunidades, poniendo en marcha los mecanismos de diagnóstico requeridos para solicitar la declaración de Zona Gravemente Afectada para este área de la provincia de Albacete.

Pero no se trata solo de dinero, o más bien del dinero a pagar después de un suceso como este. Una vez pare de llover y las aguas vuelvan a su cauce, las diferentes autoridades deberán poner de una vez por todas varios asuntos sobre la mesa, para evitar, en la medida de los posible, la repetición de catástrofes de esta envergadura.

Uno de ellos será la necesidad de invertir en prevención. Por ejemplo, en las zonas más afectadas de la Comunidad Valenciana ya se empiezan a oír voces críticas ante la falta de inversión en cuestiones tales como la limpieza de los cauces fluviales. Una circunstancia que habría agravado la actual situación en  este área.

Sin perder de vista tampoco una de las sombras que planea tras este episodio de gota fría sin precedentes: el cambio climático. En estos momentos ya no caben excusas negacionistas, el cambio climático es un hecho y, si no se toman medidas urgentes, sus consecuencias más fatales serán una realidad en menos de cincuenta años. De momento, la temperatura del Mediterráneo ha aumentado 1,27 grados en apenas 25 años.

Asimismo, no estaría de más tomar en consideración una de las advertencias reiteradas de los colectivos ecologistas: la prohibición de edificar en las zonas inundables. Y es que, si bien no se puede prever con antelación cuándo y cuánto puede llover, sí se puede saber por dónde correrá esta agua.

Lo que sobran estos días son las críticas políticas. Hoy toca apoyar a los servicios de emergencias, que están llevando a cabo un despliegue ejemplar, y cuando todo pase, arrimar el hombro para limpiar el barro y ayudar a los afectados. Se verá.