No te vayas nunca

Marco Antonio de la Ossa
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Cuenca rindió homenaje a un sobresaliente José Luis Perales en sus dos excelentes conciertos en el estadio de La Fuensanta

Perales durante su actuación en La Fuensanta - Foto: LOLA PINEDA

En ocasiones, un concierto se puede entender y se convierte en una celebración, un homenaje o, incluso, una despedida, más si cabe cuando el intérprete protagonista actúa en su tierra y se retira de los escenarios tras más de cincuenta años de carrera. Todo ello y mucho más aconteció en los recitales que protagonizó José Luis Perales (1945) el viernes 20 y el sábado 21 de agosto en las ferias y fiestas de san Julián de Cuenca. A pesar de que solo se llenó el segundo, un público entregado, vibrante, emocionado y agradecido premió al de Castejón con una bellísima y prolongada ovación, plena en cariño, admiración y agradecimiento.

En esta ocasión Cuenca estuvo a la altura y no dejó que la gira ‘Baladas de una despedida’ pasara de largo. Además, el cantante, compositor y escritor, profeta por fin en su tierra, fue nombrado hace unos días Hijo Adoptivo de la ciudad Patrimonio de la Humanidad, y el Teatro Auditorio de Cuenca ha tomado su nombre. Sin duda, son reconocimientos más que merecidos para una persona fiel y orgullosa de sus raíces que ha hecho gala de su pasión por la provincia y la capital y ha ejercido, por iniciativa propia, de embajador de las mismas en todo el mundo.

Hombre amable, bondadoso, educado, humilde, generoso, tímido, solidario, sensible, trabajador, creativo, inteligente y empático, ha trasladado estas virtudes a sus más de treinta discos de estudio, a las más de quinientas canciones registradas que ha firmado y a los numerosísimos recitales que ha desarrollado en todo el planeta. También a su producción literaria, ya que ha escrito tres novelas.

Con respecto a su estilo musical, a través de una poesía clara, sencilla y costumbrista José Luis se ha centrado en mayor medida en el amor, el argumento principal de gran parte de sus temas, que entiende como un sentimiento bellísimo, necesario y motor del mundo, incluso cuando no es favorable. Alude a él siempre desde el respeto, la entrega incondicional, la mesura y la honestidad y lo envuelve en melodías cercanas y efectivas no exentas de tintes melancólicos. Del mismo modo, ha prestado un nutrido espacio a la paz, el mundo infantil, la libertad, la crítica social, la emancipación y el empoderamiento de la mujer e, incluso, la despoblación, en años en los que pocos alzaban la voz en estos últimos sentidos.

Precedentes y respuesta. El décimo aniversario de Cuenca como Patrimonio de la Humanidad en 2006 y el vigésimo en 2016 fueron las últimas actuaciones de Perales en Cuenca. En este último caso, extrañó y dolió no ver la plaza de toros llena. Si regresamos al presente y por fortuna, se completó pronto el aforo de cuatro mil doscientos espectadores dispuesto para el concierto programado el sábado 21 de agosto de 2021 en un estadio de La Fuensanta que se está mostrando como un recinto muy adecuado para eventos de este tipo. 

Debido a esta respuesta, se amplió a otra cita el viernes 20, fecha en la que se cubrió más de la mitad del recinto. Tal vez hubiera sido más oportuno situarla el domingo 22 para que los asistentes del 21 fueran los primeros en disfrutar del de Castejón en Cuenca. Sea como fuere, y con respecto a otros grandes acontecimientos musicales celebrados en el estadio de La Fuensanta con grandes figuras internacionales como protagonistas, José Luis aventajó a Lenny Kravitz y Bob Dylan, ya que en estas dos últimas citas de 2005 y 2008 no se logró completar el aforo. 

Concierto. Cielo despejado, temperatura perfecta y luna bellísima, Perales se asoció con siete excelentes músicos (dos guitarras, bajo/contrabajo, saxo/flauta travesera, percusión, batería y teclados). Le acompañaron también en la hora y cuarenta y cinco minutos de directo un muy buen sonido e iluminación, una subrayada proyección de imágenes de la Alcarria realizadas por el fotógrafo conquense Melli, una notable organización y un público entregado de principio a fin. 

Difícil la tarea previa de seleccionar la lista de canciones para dos recitales de tanto simbolismo y relevancia como los que nos ocupan. Para ellos, José Luis escogió veintitrés temas de su extenso catálogo tratando de repasar una carrera dilatada, variada y exitosa. Así, abrió la velada con “Balada para una bienvenida” y no tardó en presentar uno de sus principales logros, “Me llamas”, con el que activó de forma definitiva a unos asistentes rendidos a la propuesta del de Castejón.  

“Si”, “Cosas de doña Asunción”, “Celos de mi guitarra”, “Quisiera decir tu nombre” y “El amor” imprimieron una atmósfera pausada e intimista que subió enteros gracias a un “Y te vas” a flor de piel y con notoria participación de los espectadores. A continuación, efectuó un recorrido por canciones que compuso para otros intérpretes: “Le llamaban loca”, popularizada por Mocedades, “Porque te vas” (Jeannette), “Pensando en ti” (Isabel Pantoja), “Que no daría yo” (Rocío Jurado) y “Frente al espejo” (Raphael), estas dos últimas solo con la guitarra. 

El conquense hizo regresar al conjunto para continuar con “Melodía perdida”, “Amada mía”, “Canción de otoño”, “Ella y él” y “Gente maravillosa”. Se detuvo en la que, como comentó, era su canción más querida, “Que canten los niños”, para agradecer y aplaudir el trabajo de Aldeas Infantiles y proyectar dibujos realizados para la ocasión por niños y niñas del centro de Cuenca. Con “Balada para una despedida” se marchó del escenario por primera vez visiblemente emocionado. También lo estaba buena parte del público, aclamación y puesta en pie mayoritaria. 

Entre la catarsis general, no faltaron en los bises “Un velero llamado libertad”, “Y cómo es el” y un bellísimo “Te quiero” que puso fin a un gran concierto. No nos queda otra más que respetar su decisión de dedicarse únicamente a componer y escribir tras la finalización de esta extensa gira y de aparcar la música en vivo. Eso sí, esperamos que, si le apetece algún día un regreso fugaz, el público de Cuenca, su tierra, estaremos deseosos de recibirle cuando y como quiera para agradecerle su talento, trabajo y apoyo. Mejor que adiós, hasta pronto: José Luis Perales, no te vayas nunca.