Un San Antón sin panecillos ni agua bendita

J. López
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Las restricciones de nivel 3 de la pandemia obligan a cancelar este domingo la procesión por las calles de la barriada, el reparto de panecillos de la caridad entre los fieles y curiosos, y la tradicional bendición de animales

Un San Antón sin panecillos ni agua bendita

Hasta San Antón, Pascuas son’. Este típico refrán que alude a la festividad del patrón de los animales quedará deslucido por la pandemia y sus restricciones. Como tantas y tantas otras costumbres y festividades, los conquenses no podrán celebrar como viene siendo habitual un acervo del que no se sabe con exactitud su antigüedad.

El Ayuntamiento, encargado de organizar cada año los actos, informó ayer que las restricciones de nivel 3 impiden celebrar el reparto de los panecillos, procesionar con el santo por las calles del barrio y la tradicional bendición de animales, agua bendita incluida, que se realiza a primeras horas de la tarde. Eso sí, el cura de la Iglesia Virgen de la Luz, Ángel García Benedicto, confirma que habrá misa a las 9,30, 11 y 12 de la mañana. «Varias personas ya me han preguntado si iba a haber procesión y panecillos. Les he tenido que decir que no», comenta. Eso sí, las misas se celebrarán con las debidas distancias establecidas. «En cada banco uno», dice.

«Tendremos una ceremonia a las 11 para la gente que quiera venir, pero tampoco puede ser mucha porque solo tenemos el 40 por ciento de capacidad. Como es domingo, mucha gente vendrá a misa como es habitual», declara el párroco, quien desde 1966 se encarga de oficiar las misas, ayudar en el reparto de los panecillos, desfilar junto a San Antón y bendecir a los animales y mascotas de los conquenses. 

En estos 54 años no se ha perdido una sola celebración. «He sacado a San Antón y hemos repartido los panecillos con agua, granizo, frío, sol o nieve», comenta García Benedicto, que asegura que en los últimos años creció tanto la asistencia de fieles y curiosos que hubo que hacer más panecillos. «Creo que más de 20.000, que no está mal».

Bendiciones y ofrendas. De los panecillos, cuenta que ahora «parecen bollos dulces, pero cuando era un niño estaban más duros que una piedra. Bueno, los tiempos cambian». Antiguamente no se bendecían tantos animales, «no había mascotas», recuerda el sacerdote de San Antón, que menciona que «venían de los pueblos y había bendiciones, sobre todo de mulas y caballos. Otros traían ofrendas de los gorrinos. Patas, orejas, lo que fuese, que luego se subastaban o se llevaban a los ancianitos».

Eso sí, de forma ininterrumpida, San Antón se ha venido celebrando en las últimas ocho décadas, hiciese el tiempo que hiciese. Solo en los años de la Guerra Civil y posteriores no se celebró la tradición, ni siquiera por las inclemencias del tiempo. 

Cierto es que la reciente borrasca se deja notar aún y de algún modo hubiese trastocado los planes de un año normal, pero García Benedicto asegura haber vivido nevadas «mucho mayores. He visto nevar en enero y aguantar hasta bien entrado marzo. Ni había sal ni nada. El autobús que iba a la Plaza Mayor no podía subir en más de 20 días. Nos quejamos de vicio. Antes no había calefacciones y si tenías una estufa no era poco. Yo he llegado a ver el río Júcar helado».

En todo caso, y aunque no se pueda celebrar San Antón este año, lo realmente importante es que «el virus no haga daño. Ha venido así la cosa y tenemos que aceptarlo. No hay más. El próximo año le damos dos vueltas al santo», ríe el párroco.