Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Una paguita

22/08/2022

Políticas sociales y de igualdad conocí en mi adolescencia, cuando con catorce años al San José de Cuenca vine a estudiar. La nota de corte para poder entrar era ser serrano y tener todas las asignaturas de octavo de la EGB aprobadas. Política social y de igualdad era que los hijos de los pobres tuvieran cama, comida y estudios sin tener que pagar. No eran políticas de igual da eso de aprobar, que si no aprobabas te mandaban a casa de tus padres para que ellos te mantuvieran. A mí no me parecía mal que los que me hacían la vida imposible por querer aprobar y mostrar un mínimo de interés fuesen poco a poco abandonando las aulas. Había tres especialidades con cuarenta alumnos en cada una. En una llegaron a quinto cerca de la mitad de la clase, y en mi aula, aun con dos venidos de fuera acabamos el curso cinco, y no sé si aprobaron o no. No los volví a ver. De los que empezaron hoy alguno tiene empresa y ha alcanzado prosperidad. Otros que abandonaron también han prosperado, pues dentro o fuera de las aulas imperaba la ley del esfuerzo, y eso suele tener recompensa. Pocos fuimos los que luego seguimos estudiando, y menos todavía los que terminaron alguna ingeniería, uno de ellos mi amigo el "marqués" que hoy dirige una de las empresas más importantes de la provincia de Cuenca. Recuerdo que pasamos mucho frio el primer año, cuando dormíamos en la Puerta de Valencia, en habitaciones sin calefacción llenas de literas en las que a veces costaba dormir. Yo era adolescente que allí pegó el tirón y cogí gripes que recuperé en mi hogar serrano. Todos tuvimos una oportunidad, que algunos supieron aprovechar. Levantar una empresa, ser un buen administrador de bienes públicos, profesor, o buen bombero o soldador, requiere esfuerzo, trabajo y disciplina, y eso es lo que ahora no se valora. No nos ha de extrañar que eso sea así pues parece que al frente de algún gran país ahora mandan los mediocres, esos que han sido incapaces de escribir en un libro lo que se supone que les ha servido para culminar su carrera. En autonomías y demás los que dirigen valoran mas la fidelidad a los que mandan, mas o menos inútiles, que los méritos alcanzados en la vida laboral, y así nos va en España, en esta época en que a vagos y no vagos se dan cuatrocientos napos para que los gasten en cosas de vagar. Al que trabaja y esfuerza se penaliza con impuestos. A los padres se los fríe a impuestos, y si no tienen dineros van a tener complicado que sus hijos estudien sin ser auténticos genios. En pueblos pequeños, ni aun pagando, hay quien de clases a estudiantes que los padres no saben dar, amén de que muchos pasan horas diarias subidos en el bus escolar, o esperando a que llegue; a que salga, o a que empiecen las clases. En EGB llevé durante años un leño a la escuela, y no pasó nada. En séptimo era de los que iban con una carretilla a la leñera municipal para recoger los tarugos con los que luego nos calentaríamos en mañanas que a veces bajaban de menos diez grados dentro del aula en Beteta, y no pasaba nada. Nunca oí a nadie decir que eso era abusar de los niños. Cuatro años fui a clase en autobuses más o menos desvencijados, a veces con peligro por fallar los frenos, o por no funcionar los limpiaparabrisas, que alguna vez tuve que quitar la nieve de los cristales a mano por ser de los mayores, y no estuvo bien. Peor la paguita y que muchos se toquen los … y encima cobren. ¿O no?