Hace poco más de una semana, Siemens Gamesa trasladaba su decisión de cerrar la planta de Cuenca. La empresa comunicaba en nota de prensa que ajustaba su capacidad industrial por falta de demanda y para mejorar su competitividad. En concreto, en el caso de la fábrica conquense, «cuya actividad se centra exclusivamente en la reparación de palas», alegaba que «no es sostenible en un mercado muy competitivo y con una tendencia cada vez mayor a la sustitución de palas en lugar de la reparación». Además –remataba–, «no es viable a largo plazo porque no podría reparar turbinas más grandes que las que ahora repara por problemas de espacio».

Sin embargo, dos días después, la compañía anunciaba junto a Siemens Energy una inversión cercana a los 120 millones de euros durante los próximos cinco años para el desarrollo de una solución integrada offshore capaz de producir directamente hidrógeno verde. A través de esta colaboración, se desarrollará una solución «innovadora» que integra un electrolizador en un aerogenerador eólico marino, a través de un sistema único y sincronizado. Esperan tener en marcha un prototipo entre 2025 y 2026.

Éste no es el único anuncio de la empresa en los últimos días. También ha comunicado recientemente, por ejemplo, la firma de su «mayor pedido» onshore en Vietnam, en un parque eólico de 117 MW, con el que se «refuerza el liderazgo» de la compañía en el país asiático. De la misma forma, comunicó su desembarco en Finlandia con su primer acuerdo de 81 MW para suministrar su aerogenerador «más potente».

Fuentes de Siemens Gamesa comentan a La Tribuna que son decisiones «distintas» al tratarse de diferentes áreas de negocio y que se toman para «salvaguardar la viabilidad» de la empresa en el terreno del eólico terrestre, que genera pérdidas.