Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Garzón, Premio Nobel

13/01/2022

Todavía no sé de qué, pero este chico tiene cara de Premio Nobel y la Academia Sueca lo tiene que ver más pronto que tarde. Esa barbita, esos modos, esa gestualidad, esa fatuidad de no decir nada diciéndolo todo… Sí, Garzón, Premio Nobel. De Economía, preferentemente, aunque también podemos habilitar otro de Macrogranjas y Porcinos, Choped Pork y Mortadela y Foie gras a la hora de merendar. Este chico es de la generación del Tulipán, de los que bajaban del helicóptero y preguntaban a las madres qué les daban a sus hijos a media tarde. Y a este no le dieron más que Nocilla, porque se le caen las muelas antes que hablar bien de su país. Garzón, ministro inglés. Garzón, presidente de Gibraltar. Garzón, como los monos del Peñón.
El comunismo es tan avasallador y pretencioso que treinta años después de la caída del muro de Berlín pretende dar lecciones de economía. Sería de semanario de humor si no hubiese en juego tanto entre medias. Porque Garzón quiere volver a la subvención, la paguita y el plan quinquenal. Y eso no lo cuenta a The Guardian. Los Premios Nobel que defienden a Alberto de manera impostada saben de sobra que las explotaciones ganaderas extensivas en España no existen o quedan muy pocas. Porque no son rentables, porque se las han cargado y porque lo bucólico pastoril no produce rentas desde Garcilaso. Pero aquí, los urbanitas de salón, que quieren comer jamón a traición sin haber dado un palo al agua, se empeñan en criar cerdos de play móbil que no huelan, que sean de plástico y que no mueran. Garzón, Premio Nobel al Play Móbil del Año. Toy Story Pork.
El comunismo siempre despuntó por ir contra el pueblo y joderlo vivamente hasta matarlo de hambre. Es lo que está ocurriendo en Venezuela, Cuba o Corea. Aquí financiaron a Podemos hasta llenarles los bolsillos de billetes. Se encargó Chávez personalmente después de la humillación de Juan Carlos con el «por qué no te callas». Ahora, en venganza, los que están en el gobierno echaron al Rey Viejo por mucho menos de lo que guardan ellos en papeles y cartapacios. La vida, que es muy larga y da para mucho. Todo eso estaría muy bien y sería muy sano si solo fuera una lucha entre titanes desde arriba. Pero el problema es que aquí está en juego el pueblo soberano. Y su hambre. Y la funesta manía de comer habitualmente de forma razonable. Y los jerarcas comunistas aplican siempre la ley del embudo: lo ancho para mí, lo estrecho para los demás. Con un discurso gracioso, consiguen mutilar las oportunidades de un país hasta el punto de condenarlo al ostracismo. No vale la ganadería intensiva porque es mala, contaminante y nociva. Sí que vale en cambio, la extensiva, de una carne más cara, difícil y delicada. Que me la pueda comer yo por su precio, pero el resto del pueblo no. El lujo invertido. A base de pauperismo. Por eso les cae tan bien el Papa de Roma. Porque es tan enemigo del comercio – Escohotado dixit- como todos ellos.
Garzón filetea su discurso y lo saborea, mientras sus acólitos hacen palmas con las orejas. Cuidado, que Yolanda no está para tonterías y no quiere componendas. Las depuraciones empiezan por los de arriba y las purgas llevan ADN comunista. Hay quien dice que lo cesarán en elecciones. Sánchez estaría tentado y Podemos no movería un músculo, porque el sillón está caliente y Garzón es un extraño. Yolanda se confesaría con el Papa y también con Garamendi. Tengo una vaca lechera y no es una vaca cualquiera. Garzón, granjero.